La cámara instalada dentro de un taxi graba los instantes previos al atentado de Berlín. Se ve el camión robado que Anis Amri conduce con las luces pagadas contra una multitud. Mata a 12 personas, deja heridas a otras 48 y se da a la fuga.
Ocho horas después, el terrorista es captado por las cámaras de vídeo-vigilancia entrando en una mezquita de Berlín. Como aún no era sospechoso, acudió sin dificultad a pesar de que el centro estaba bajo vigilancia por indicios de radicalismo.
Los primeros pasos en la investigación, que llevan a la policía a detener por error a un paquistaní, dan el tiempo suficiente a Amri para huir del país. Comienza así un largo periplo de huida que dura 78 horas. Viaja de Berlín al sur de Francia. Desde allí, atraviesa la frontera en tren hasta Turín, donde coge otro con destino a Milán.
Amri ya estuvo en Italia. Llegó en 2011 con el estallido de las primaveras árabes. Cumplió allí cuatro años de prisión por robos y por tratar de incendiar el centro de acogida en el que vivía. Su familia, que recientemente le pedía que se entregara, cree que se radicalizó en las cárceles italianas.
Aún así, Alemania no respira tranquila. Dos hermanos kosovares han sido detenidos en Duisburgo cuando preparaban un atentado en un centro comercial. Se ha desmantelado también un ataque yihadista que estaba previsto para navidad en la ciudad australiana de Melbourne.