Ni siquiera llegó al borde del balcón, se mantuvo a medio metro y así estuvo durante varios minutos, serio, observando y con los brazos caidos. “Se inclina a las personas, lo que es un acto el que deja claro que las personas son mucho más importantes que las instituciones y que el mismo”, asegura Joaquina Hernández, experta en comunicación no verbal.
Nada que ver con la puesta en escena de su antecesor. Salió engrandecido, con los brazos abiertos y juntando las manos en señal de victoria.
Pero lo que más diferenció a Francisco fue fueron sus primeras palabras al mundo: “Parece que mis hermanos cardenales han ido al fin del mundo a buscarme”.
Una especie de chascarrillo espontáneo y que además no fue el único de la noche porque, según Lombardi sus primeras palabras a los cardenales fueron: “Que Dios os perdone por lo que habéis hecho”.
Su vestimenta también reflejó humildad, apareció con la sotana blanca y el gorro. No quiso ponerse la estola y la capa roja como sus antecesores.