Las tropas de Wagner concentradas en la retaguardia en Ucrania tienen ahora un nuevo destino: "25.000 hombres que estaban reconstituyéndose ahora están siendo lanzados hacia Moscú", apunta Yago Rodríguez, director de 'The Political Room', después de que el jefe del grupo de mercenarios, Yevgueni Prigozhin, haya desafiado al Kremlin y dirigido sus tropas hacia la capital rusa.

Las consecuencias sobre el terreno de esta rebelión, de acuerdo con los expertos, podría cambiar el rumbo de la guerra. "La principal repercusión es que puede provocar el desmoronamiento de todo el frente ruso", apunta Rodríguez. "Mientras el Ministerio de Defensa en Moscú está bajo ataque no puede estar tomando decisiones sobre la defensa del frente en Ucrania", resume.

El claro perjudicado es Rusia. El analista de seguridad y defensa Jesús Pérez Triana predice que las "operaciones rusas de los contraataques rusos se van a frenar": "El foco y la prioridad ahora mismo de Putin tiene que ser aplastar esta rebelión", agrega.

Si logra atajarla pronto, puede que todo siga igual, pero si se alarga puede cambiarlo todo. "La clave aquí es que esto dure un poco más", señala Rodríguez: "Si esto se alarga tres o cuatro días va a destrozar la capacidad defensiva rusa y a los ucranianos les va a permitir atacar y entrar como un cuchillo caliente en la mantequilla", incide.

También es decisivo, según los expertos, que Ucrania sea rápida y sepa aprovechar el momento. La clave para Kyiv, continúa Rodríguez, es "reaccionar ahora, buscar los puntos débiles del frente, de dónde se han marchado unidades que se han ido a Moscú, dónde está la aviación mucho menos activa" y "aprovechar ese momento y esos lugares para entrarles por todas partes a los rusos".

Y ¿en que posición deja esto a Vladímir Putin? Los analistas tienen claro que sienta un ejemplo de rebelión en Rusia, dejando una imagen de un presidente débil. "Ese líder que todo su prestigio ha girado en torno a la idea del hombre fuerte que puso en orden del país se acaba de desmoronar", afirma Pérez Triana. "Pone a Putin en una posición que es una de las menos deseadas por ningún líder ruso, que es parecer débil", concluye.