Técnicos de la accidentada planta, golpeada por el terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011, encontraron la filtración cerca de una de las barreras que rodean una zona de contenedores junto al reactor 4 y trataron de contenerla con sacos de arena.
La fuga produjo un charco en el que se detectaron unos 140 becquereles por litro de estroncio radiactivo. Representantes de la operadora de la central, Tokyo Electric Power (TEPCO), aseguraron que este agua no ha llegado hasta ninguna zanja ni desagüe que conduzca al mar.
Explicaron también que la fuga se produjo cerca de una válvula de drenaje, pero que ésta permanecía cerrada, por lo que la eléctrica aún investiga el origen de la filtración. Por el momento, ingenieros de la planta han apuntado a la posibilidad de que se deba a unas juntas defectuosas en la barrera que rodea el área de almacenamiento.
Esta barrera está levantada a base de bloques de hormigón unidos mediante soldadura o fijaciones metálicas. El pasado agosto uno de estos tanques dejó escapar 300 toneladas de agua muy tóxica, parte de la cual fue a parar al mar.
Desde entonces, TEPCO intenta reemplazar lo antes posible todos los contenedores del mismo modelo que esa unidad defectuosa, ya que este tipo de tanque fue construido de manera más rápida y económica tras el estallido de la crisis y sus juntas están unidas con resina en vez de soldadura.
Controlar las fugas de estas cisternas y del líquido contaminado que se acumula en los sótanos de los reactores suponen el principal desafío para los 3.500 técnicos de la planta.
A causa del agua que se estanca en las bases de los edificios, producto de las filtraciones del refrigerante que se usa para mantener fríos los núcleos atómicos y de los acuíferos naturales que penetran a su vez en los sótanos, se cree que la central vierte al día unas 300 toneladas de líquido radiactivo al mar.
Las emisiones contaminantes a raíz del accidente en la planta, el peor desde el de Chernóbil (Ucrania) en 1986, mantienen evacuadas a más de 52.000 personas que vivían junto a la central y han afectado gravemente a la agricultura, la ganadería y la pesca local.