Donald Tusk nació en Gdansk, antigua ciudad portuaria alemana de Danzig, hace 57 años. Este sábado ha llegado a la presidencia del Consejo Europeo en buena parte gracias al decisivo apoyo de la canciller alemana, Angela Merkel, con la que mantiene una estrecha relación.

Este político de corte liberal gusta en Bruselas y Berlín donde se le percibe como el candidato idóneo para culminar el proceso de integración de los nuevos socios de Europa Central y Oriental.

Sólo el conflicto en Ucrania y las desavenencias con Rusia han radicalizado puntualmente el discurso de Tusk, quien llegó a decir que la guerra en Ucrania reúne "todas las características de un conflicto que puede preceder a una guerra que afecte a todos los países del mundo".

Tusk también es el preferido por la clase media polaca y a su favor tiene la buena marcha de la economía nacional ya que Polonia fue el único país comunitario que consiguió evitar la recesión en 2009.

Acelerar reformas económicas y privatizaciones ha sido la principal receta del liberal, quien se ha definido a sí mismo como "un hombre de principios" capaz de resolver los grandes problemas que aquejan al país y modernizar Polonia.

Su trayectoria evidencia que la política es la verdadera carrera de este licenciado en Historia por la Universidad de Gdansk.

Tras la caída del Muro de Berlín fue uno de los creadores del primer partido liberal del país que desapareció tras su fracaso electoral en 1993.

Donald Tusk proviene del entorno del sindicato Solidaridad y de la lucha contra el comunismo durante los ochenta, años en los que presume de haber sido parte de la red clandestina que trabajaba para denunciar la sistemática violación de los derechos humanos por parte del general Wojciech Jaruzelski.

De hecho, ha confesado que su interés por la política comenzó después de ver cómo la Policía abría fuego contra manifestantes en Gdansk en 1970.

Además, Donald Tusk es padre de dos hijos y está casado por lo civil desde hace más de 35 años. Este hecho no impidió que en los comicios de 2005 se volviese a casar, ésta vez por el rito católico.

Este gesto supuso una aproximación al catolicismo en un país en el que el 90% de la población profesa esta religión.