Corea del Norte ha trasladado un segundo misil a su costa oriental con capacidad para alcanzar las bases estadounidenses del Pacífico. Es la última amenaza de Pyongyang en un clima prebélico entre las dos Coreas que implica a China y Estados Unidos. Varios expertos piensan que la situación ha ido más allá de lo habitual, pero que la guerra no es inminente.

Peligran sobre todo las bases estadounidenses que se encuentran en un radio de entre 3.000 y 4.000 kilómetros, como las situadas en Tokio, la isla japonesa de Okinawa, la capital filipina de Manila o la isla de Guam. Estados Unidos está preparando sus baterías antimisiles porque la cuerda está al límite.

Inocencio Arias, experto en Diplomacia y Relaciones Internacionales, asegura que "a pesar de que el líder norcoreano es muy joven y tiene que sacar pecho para demostrarle a la cúpula militar de Corea y a su pueblo que él manda, creo que esto se va a desinflar". Un gesto para creerse más de lo que son mientras desarrollan tecnología nuclear

Felix Arteaga, investigador principal de seguridad del Real Instituto Elcano, explica que "cada vez que incumplen los acuerdos, la otra parte en lugar de romper las negociaciones, vuelve con más ofertas, para empezar este nuevo juego".

Tienen a Irán como modelo aunque ya le aventaja en hambre y está con él codo a codo en falta de libertades y en miedo. Aunque también en falta de lógica porque aunque todo apunte a que es un gran farol ningún experto olvida que Corea del Norte, su líder y su población, convertida en autómatas, son lo más imprevisible de la tierra. Un número indeterminado de norcoreanos ha muerto como consecuencia de las hambrunas y las organizaciones de Derechos Humanos denuncian la existencia de campos de concentración.

China y Estados Unidos, aliados de Cora del Norte y del Sur respectivamente, quieren evitar el conflicto.