La crisis migratoria no trata de cifras, sino de vidas y sueños por cumplir. Sueños que suelen comenzar a escondidas y que, por desgracia, muchas veces acaban en el fondo del mar. Es por ello que las familias de los migrantes fallecidos durante sus travesías a Europa, buscan dignidad y la repatriación de los cuerpos.

Moussa Bá perdió a su hijo hace cuatro meses cuando este trataba de viajar a España. Hassan, de 20 años y universitario, no le quiso decir que se montaba en un cayuco. Al mes de no tener noticias de él, Moussa supo que había muerto: "Si lo hubiera sabido no le hubiera dejador ir , porque sé los riesgos. Tengo otros tres hijos que están en España, pero ahora esos viajes son diferentes, los que los organizan no se preocupan de la gente, solo del dinero. No llevan suficiente comida ni suficiente gasolina".

Tijan corrió la misma suerte en el mar. Un amigo le dijo a su madre y a su hermana que había visto su cayuco destrozado en 'Euronews': "Como madre, es doloroso que te digan que tu hijo está haciendo la travesía. Esos días pierdes el hambre, pierdes el sueño... Es muy duro". "Cuando se mueren en el mar también dejan un vacío económico, porque ellos sostienen a sus familias. Mi hermano tenía tres hijos y una de sus pequeñas murió porque estaba enferma y no se le pudo pagar el tratamiento", comenta su hermana.

El jefe del pueblo de Pilot (Senegal), Abdoulaye Diop, es el encargado de investigar cuando algún vecino se pierde en el mar: "Tengo contactos en Mauritania, Marruecos y España. A lo mejor, hay pescadores que se han cruzado con un cayuco y te cuentan que se les veía con problemas de motor o con poca comida".

Abdou Kane hace esas investigaciones, pero desde Tenerife, para repatriar los cuerpos: "Traerlos no es fácil, porque para traer un cuerpo son entre 6.000 y 8000 euros. Pero la familia lo que te dice es que lo único que quiere es tener el cuerpo". Por eso recaudan dinero destinado a esta causa. Porque para ellos, los fallecidos y sus familias también tienen derechos y dignidad.