El Gobierno de Bashar Al-Assad ha enviado aviones de combate a sobrevolar la frontera de Siria con Turquía, peligrando la seguridad de los aliados estadounidenses que defienden a los kurdos en la zona.
Los recientes ataques del Gobierno sirio contra posiciones kurdas pueden suponer un golpe de efecto a la guerra, pues la oposición al grupo terrorista Daesh queda aún más dividida de lo que estaba. De este modo, Al-Assad intenta, con lo que llama una respuesta proporcionada, frenar las conquistas del Kurdistán.
El ejército kurdo sigue siendo la mayor oposición a los yihadistas. Con los apoyos de la coalición internacional, ha conquistado enclaves importantes del norte del país. Incluso ha logrado, hace sólo un par de semanas, alcanzar Tel Abiad, punto fronterizo con Turquía.
El Gobierno teme que todos estos avances sirvan para que el Kurdistán se independice tras el final de la guerra, asumiendo territorios de Siria e Irak.
Estados Unidos queda en medio de los dos frentes, con 300 soldados desplegados en Siria, pero explica que sólo desarrollan misiones logísticas junto a los guerrilleros kurdos.
Por su parte, Obama asegura que su objetivo no es derrocar a Al-Assad, sino acabar con el grupo terrorista Daesh, que es el mayor beneficiado de estas disputas, pues ha conseguido lo más difícil: dividir a sus enemigos.