La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca plantea un nuevo escenario internacional en lo que se refiere a los conflictos bélicos, que se encuentran enquistados. Por un lado, el apoyo de Estados Unidos a Kyiv peligra de sobremanera. Asimismo, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ya ha llamado a Trump y ha calificado su regreso como "histórico". Lo cierto es que nada es seguro con alguien tan volátil y que ha asegurado que "yo no voy a empezar una guerra, yo voy a terminar las guerras".

En el caso de Ucrania, Trump ha llegado a asegurar que podría acabar con la guerra en cuestión de 24 horas. Kyiv ya ha felicitado al nuevo presidente estadounidense, incluso antes de terminar el recuento. Y ha recordado la visita que Zelenski realizó a Nueva York para presentarle su 'Plan de Victoria', receloso de que le retire su apoyo. Cabe destacar que Putin, es un gran 'amigo' del nuevo inquilino del despacho oval, y el presidente ucraniano teme tener que ceder los terrenos ocupados por Rusia y verse forzado a pactar. Por no hablar, de que la llegada del republicano podría suponer el fin del sueño de entrar en la OTAN.

La cara opuesta de la moneda es Israel. "Netanyahu va a tener un cheque en blanco en la guerra de Líbano y en Gaza", ha asegurado Pedro García, columnista de ABC. Ambos líderes ya se han puesto en contacto, incluso han hablado sobre la amenaza iraní. El primer ministro israelí confía que con Trump en el poder, podrán acelerar sus planes contra Teherán. Aunque tanto Irán, como Hizbulá, mantienen un discurso parecido: "Qué más da que ganen o no si esto no nos va a influir". Mientras, en Palestina han utilizado un tono más utópico que realista y han felicitado a Trump por su victoria con la esperanza de que llegue la paz, pero a qué precio.