"Estábamos volando sin saber absolutamente nada de lo que iba a pasar", explica Rafael Henzel, uno de los supervivientes de la tragedia aérea del Chapecoense que cuenta cómo sucedió todo: "Estaba a la derecha, en la penúltima fila, en el asiento del medio".
A su derecha estaba el periodista Renan Agnolin y a la izquierda el cámara Djalma Araújo Neto. "Cada vez que preguntábamos cuánto queda, siempre respondían 10 minutos, otros 10 minutos, otros 10 minutos. De repente se apagaron las luces del avión, apagaron los motores y todo el mundo volvió a su asiento y se puso el cinturón de seguridad. En ningún momento nadie de la tripulación nos dijo que nos pusiéramos el cinturón porque había riesgo. No había pánico, había un silencio aterrador, nadie sabía lo que pasaba hasta que llegó el choque".
A pocos minutos de llegar al aeropuerto de Medellín, el avión impactó con la montaña. La parte trasera se quedó allí, donde Rafael estaba sentado, el resto del fuselaje se llevó por delante todo lo que encontró hasta quedar a los pies del monte. "Primero pensé que era una película. Pensé que era un sueño y que después despertaría", explica.
Estaba entre los árboles, gritando, pero sus compañeros de viaje ya no gritaban: "Las dos personas que estaban a mi lado estaban sin vida, diez centímetros para allá, diez centímetros para acá, el resultado podría haber sido muy diferente. He mejorado emocionalmente, recuerdo el momento en el que mi esposa me contó que en el día del accidente aparecieron dos personas en casa para informar del accidente. Dos personas con el nombre de Rafael estaban en el avión, la empresa no informaba de cuál era el fallecido. Mi hijo de 11 años se golpeaba el pecho y decía que sentía mi respiración". Es el testimonio más estremecedor de la tragedia del Chapecoense.