"Timochenko" anunció el fin de la actividad ofensiva militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en una declaración ante los medios en el Hotel Nacional de La Habana, ciudad que ha sido sede de las negociaciones de paz con el Gobierno colombiano durante casi cuatro años.
"En mi condición de comandante del Estado Mayor Central de las FARC-EP ordeno a todos nuestros mandos, a todas nuestras unidades, a todos y cada uno de nuestros y nuestras combatientes a cesar el fuego y las hostilidades de manera definitiva contra el Estado colombiano
El acuerdo de paz entre la narcoguerrilla de las FARC y el Gobierno, que será sometido a plebiscito en octubre, supone un hito en la historia de Colombia. "Es la votación política más importante de nuestras vidas" , asegura el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.
Pero incluso si, como creen los expertos, triunfa el sí, seguirá habiendo desafíos. El más sensible es la amnistía de guerrilleros y militares con delitos de sangre. Sólo serán juzgados quienes hayan cometido crímenes de guerra, e incluso algunos podrían evitar la cárcel si admiten su responsabilidad.
"Esas personas serán sancionadas con unas sanciones de tipo restaurativo. Es decir, una sanción consistente en acciones de reparación del daño causado durante un tiempo de hasta ocho años", explica Enrique Santiago, abogado asesor de las FARC.
Los analistas creen que la sociedad colombiana está preparada para aceptar que la paz tiene un precio. "Están dispuestos a ciertas medidas si se pone fin al conflicto y permite pensar más en el futuro que en el pasado", afirma Francisco Rey, del Instituto de Estudio de Conflictos y Acción Humanitaria (Iecah).
En el futuro próximo será clave la reinserción de los guerrilleros. "Un combatiente que lo que sabe es manejar armas puede tener tentaciones, si tiene incetivos por parte de actores criminales, de seguir haciendo lo que sabe. Por tanto, hay que dar incentivos para su incorporación a la vida civil", asegura Francisco Rey.
Otros retos serán la restitución de tierras a los campesinos afectados o la desmovilización de los paramilitares que no forman parte de este acuerdo de paz. Un desafío a la altura del principal objetivo: acabar con el conflicto más antiguo de América Latina.