El 31 de diciembre China ya sabía del coronavirus y alertó a la OMS. Una semana después, el día 7 de enero, Xi Jinping en una reunión del Politburó ordenó empezar a tomar medidas.
"El presidente de China hace un llamamiento a las autoridades locales de Wuhan para que controlen este problema emergente, otra cuestión es que parece ser que no le hicieron mucho caso", ha explicado Juan José Badiola, director del centro de Enfermedades Transmisibles de Zaragoza.
El 11 de enero de 2020 el coronavirus se cobró su primera víctima. En los medios chinos se hablaba de un tipo de neumonía de origen desconocido. En cuestión de un par de días, los casos ya se habían multiplicado. Se disparó el uso de mascarillas y los controles en aeropuertos y estaciones. No obstante, el día 13 de enero ya había un contagio fuera de China, en Tailandia.
Una semana después, confirmado ya el contagio entre humanos, eran más de 200 los positivos. "Estos virus que saltan la barrera de animales a personas suelen tener este comportamiento", ha añadido Badiola.
Ante la preocupación con las celebraciones de año nuevo en ciernes, China trató de calmar los ánimos y trabajó estrechamente con la OMS. El organismo, haciendo un llamamiento a la colaboración internacional, avisó de la agresividad del virus.
Las medidas a partir del 22 de enero son bien conocidas y que han tenido sus frutos. La epidemia está contenida, más del 98% de los casos se ha dado en China continental. Sin embargo, preocupa su expansión a ciertos países.
"La situación de un país africano es muy difícil porque es un sistema muy débil y difícilmente pueden evitar el desenlace fatal", ha apuntado Badiola.
Ya se ha detectado el primer caso en suelo africano, en concreto, en Egipto y a nivel mundial se superan los 69.200 infectados.