En el documento dirigido a los obispos de todo el mundo se les indica que son ellos quienes tienen que "vigilar la calidad del pan y del vino destinados a la eucaristía y, por tanto, a aquellos que los preparan".
La Congregación recuerda las rígidas disposiciones y se sugieren algunas indicaciones prácticas debido al cambio de los tiempos, pues si antes eran las comunidades religiosas de monjas las que se ocupaban de preparar el pan y el vino para la misa "ahora se pueden encontrar en los supermercados, en otros negocios y a través de internet".
Sobre la elaboración de las hostias se recuerda que deben ser de pan ázimo, sólo de trigo, y por tanto está prohibido con otras sustancias, aunque sean cereales, incluso se considera un "abuso grave" introducir otras sustancias como frutas, azúcar o miel.
"Está totalmente prohibido utilizar un vino del que se tiene duda en cuanto a su carácter genuino o a su procedencia, y no se debe admitir bajo ningún pretexto otras bebidas de cualquier género", subrayan.
Ante las intolerancias alimenticias cada vez más frecuentes, el Vaticano también responde que está permitido "el uso del pan con poca cantidad de gluten", pero no totalmente sin él. Mientras que sí está permitido tomar "el mosto", "el zumo de uva fresco o conservado, cuya fermentación haya sido suspendida por medio de procedimientos que no alteren su naturaleza". También se especifica que tanto el pan y el vino de la eucarística puede estar preparados "con organismos genéticamente modificados".