La nueva cepa localizada en la India ha hecho saltar todas las alarmas. El país, que es el cuarto que más muertes acumula por coronavirus y que cuenta con más de 17 millones de casos activos, vive momentos de agonía con centenares de cadáveres acumulándose a la espera de ser transportados a los crematorios.
Así lo relata Jaume Sanllorente, fundador y director general de 'Sonrisas de Bombay', una organización que combate la pobreza en el territorio: "Han muerto muchas personas a las puertas de los hospitales que ruegan que se les rellene la botella de oxígeno ya gastada".
Esta situación, relata el activista, ha pillado por sorpresa a la propia población, que estaba "celebrando mítines políticos y festivales religiosos con aglomeraciones de miles y miles de personas". La población india ha sido completamente asolada por la irrupción de esta "segunda ola".
Esta, tal y como afirma Jaume, se ha cebado especialmente con los más jóvenes: "Mata, sobre todo, a población de entre 30 y 50 años y está dejando a muchos niños en la UVI". En esta línea, Aina Valldaura, coordinadora de la Fundación Vicente Ferrer, recuerda cuando llevaron a su centro a "un paciente de 32 años por el que no se pudo hacer nada".
Ambos coinciden en que las condiciones de vida del país no ayudan a evitar la proliferación del virus: "Una vacuna puede costar 400 o 500 rupias (4,44 y 5,55 euros, respectivamente), lo que equivale a un sueldo de un jornalero", subraya Jaume. Como allí "cobras por día que trabajas", muchos se ven obligados a asistir pese a dar positivo en un test.
Sobre este tema, los españoles denuncian el poder de las mafias en el territorio asiático, las cuales trafican con medicamentos y expiden documentos fraudulentos: "A mí muchos laboratorios me ofrecieron si quería comprar unos resultados negativos falsos".