A veces la ciencia tiene que echar la mirada atrás para resolver los problemas del presente. Hoy en día, la emergencia climática es un hecho y sus efectos se hacen sentir: cada año batimos récord de calor, el medio ambiente está cada vez más deteriorado y la biodiversidad en peligro.
Pero una de las soluciones -al menos, un granito de arena- ya la conocían las poblaciones aborígenes de Canarias mucho antes de que llegaran los primeros colonos castellanos. La respuesta contra la deforestación es "ordeñar las nubes".
Eso es lo que pretenden los responsables del proyecto LIFE Nieblas, financiado en gran parte por la Unión Europea, y que ha montado su laboratorio de pruebas en el norte de Gran Canaria. Allí han colocado quince 'torres' que, a primera vista, parecen los andamios de una obra cualquiera en mitad de la nada. Recubiertas con un material verde y de cuatro metros de altura, son unos 'captadores' capaces de recoger hasta 240.000 litros de agua al año.
"El proyecto se basa en un uso que se lleva haciendo en la isla desde la época prehispánica: la población aborigen ya utilizaba los árboles como captadores de agua de niebla para ordeñar las nubes y beber o dársela a los animales", explica a laSexta el técnico coordinador de LIFE Nieblas, Rainero Brandon.
Una solución exportable
El proyecto fue seleccionado por Bruselas ya que, además de experimentar en España y Portugal, se busca que la solución pueda ser exportable a cualquier zona con nieblas y que haya experimentado una pérdida de suelo que estos captadores puedan paliar.
La población aborigen ya utilizaba los árboles como captadores de agua de niebla
Y la selección de Canarias no es casual: no solo es un territorio cuyo terreno está afectado en gran manera por la desertificación -la erosión del suelo acentuada por la acción humana-, sino que, además, su orografía produce lo que se llama como 'Efecto Foehn'. "Llega un viento alisio del norte cargado de humedad, que al subir por las laderas se condensa, se enfría y produce una precipitación horizontal", detalla Brandon. ¿Qué sucede entonces? "Que hay mucha agua en la ladera norte, pero la ladera sur se seca", responde el técnico.
Y ahí es donde entran los captadores.
"Su función es la que hacen los árboles de manera natural: captar la humedad de las nieblas que hay en la zona, precipitar esas microgotas y trasladarlas a depósitos de agua para su utilización en reforestación ambiental", apunta el director técnico del LIFE Nieblas, Gustavo Viera Ruiz.
El proyecto permite no solo transformar la niebla en agua de regadío: al evitar el traslado de las aguas o su extracción de depósitos, se trata también de reducir la huella de CO2. Además, subraya Viera, también implica trabajar con "diferentes sistemas de riego que nos van a permitir ser más autónomos a la hora de mantener la restauración ambiental y disminuir la emisión de gases de efecto invernadero".
Captan la humedad de las nieblas, precipitan las microgotas y las trasladan a depósitos de agua
Si bien todavía se encuentran en una fase embrionaria, la intención es plantar 20.000 árboles del ecosistema natural de la laurisilva canaria en la isla. En Portugal se pretende arrancar de una forma más modesta: entre 2.000 y 4.000 ejemplares de especies del bosque autóctono.
"El archipiélago canario presenta muchas fragilidades ante los embates del calentamiento global", reconoce el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales. "Probablemente esa fue una de las causas del gran incendio forestal que vivimos el año pasado".
Solo el año pasado se quemaron cerca de 10.000 hectáreas en la isla, lo que agrava la, de por sí, mala situación en las islas. "El avance de la desertización es una realidad", dice Morales. "Por eso los proyectos en los que estamos trabajando, ocho LIFE, van encaminados a paliar las consecuencias como la falta de agua", subraya.
Otro de esos proyectos a los que hace referencia es un capullo. Literal.
Un capullo para aumentar la supervivencia de los árboles
El empleo de un mecanismo llamado Cocoon -capullo, en inglés- es la pieza angular del LIFE Greenlink, seleccionado en la convocatoria de estos fondos en 2015 y que ahora mismo gestiona los resultados obtenidos. El Cocoon es una caja de cartón biodegradable que se planta junto al árbol y va suministrándole el agua que recoge en su depósito. El objetivo era aumentar un 90% la supervivencia de las plantas con esta tecnología de adaptación al cambio climático.
"Básicamente es como una caja de cartón prensado, como un molde de repostería con el hueco en el centro", destaca el coordinador del PosLIFE Greenlink en Gran Canaria, Francisco González. "Tiene una capacidad de carga de unos 25 litros y la va suministrando a la planta por los poros lentamente".
Y gracias a estos 'capullos', la supervivencia del pino canario se disparó del 20% al 80%.
"De media estaríamos hablando de una supervivencia del 40% que pasa al 70% en las cuatro especies que utilizamos", cifra González.
Tres cuartos de España, en riesgo de desertificación
La desertificación en España no es un problema que haya aparecido en los últimos años. Pero los últimos datos actualizados del Programa de Acción Nacional contra la Desertificación del Ministerio de Agricultura son de 2008. Ya entonces gran parte de España estaba en riesgo alto o muy alto de esta degradación del suelo. Las peores cifras, en Las Palmas (97,53%) y en Santa Cruz de Tenerife (53,90%).
Gran parte de la lucha contra la degradación del suelo -cuyas consecuencias son fatales- ha venidofinanciada por fondos europeos, como es el caso de los proyectos mencionados anteriormente. Por ejemplo, de los 2,1 millones de euros de inversión en el LIFE Nieblas, el 55% viene de la Comisión Europea.
La lucha contra la desertificación es una de las prioridades de la Unión Europea. De acuerdo con los datos del último Atlas mundial de la desertificación (2018), el 8% del territorio de la UE está afectado por este proceso. Trece estados miembros se han declarado afectados por la desertificación: además de España, Bulgaria, Croacia, Chipre, Grecia, Hungría, Italia, Letonia, Malta, Portugal, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia.
De hecho, según recoge un informe especial del Tribunal de Cuentas Europeo sobre la materia, la Agencia Europea de Medio Ambiente realizó un estudio sobre la desertificación en la región en 2008 que abarcaba 1,68 millones de km2. En 2017 se hizo un seguimiento y el territorio en riesgo alto o muy alto había aumentado en 177.000 km2, una superficie equivalente al tamaño de Grecia y Eslovaquia juntas.
Otras conclusiones de dicho estudio es que más del 75% de la superficie terrestre del planeta ya se encuentra degradada y podría aumentar al 90% en apenas tres décadas. Para entonces, 700 millones de personas podrían verse desplazadas por la erosión del suelo. Cada año se degrada una superficie total equivalente a la mitad de la UE: 4,18 millones de km2.
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La protección del suelo y de los ecosistemas de la UE resulta clave para mantener la biodiversidad y evitar que la emergencia climática en la que estamos inmersos vaya a más. Proyectos como convertir la niebla en riego o utilizar 'capullos' para que los bosques sobrevivan podrían cambiar el futuro de la UE.