La igualdad entre hombres y mujeres se ha convertido en uno de los grandes retos del siglo XXI. El objetivo parece lejano y, si bien se habían producido pasos en la buena dirección, la pandemia del COVID-19 lo ha puesto todo patas arriba.
El punto de salida en Europa no era bueno. Las instituciones comunitarias se han puesto manos a la obra para remediarlo y ahora los fondos Next Generation EU, destinados a paliar las consecuencias del coronavirus, buscan remediar también las diferencias de género.
De partida, la brecha salarial -la diferencia entre lo que cobran las mujeres y los hombres- en la Unión Europea, con datos de 2018, es del 15,3%, de acuerdo con Eurostat. Esto es lo que las mujeres ingresan menos que los hombres, con acusadas diferencias entre algunos países. En Luxemburgo, por ejemplo, la diferencia es apenas de 1,4%, pero en Estonia la grieta se ensancha hasta el 21,8%.
La Comisión ha diseñado una Estrategia Europea para la Igualdad de Género 2020-2025 que busca atajar, entre otras cosas, que las mujeres ganan un 16% menos de media por hora que los hombres y donde la tasa de actividad de las mujeres arroja que solo el 67% de ellas trabaja, frente al 78% de los hombres.
Según la vicepresidenta de la Comisión de Igualdad del Parlamento Europeo, la eurodiputada española María Eugenia Rodríguez Palop, una de las vías para recortar la brecha salarial será la transparencia en lo que cobran hombres y mujeres.
“El primer objetivo y más importante es conseguir la igualdad retributiva. Ahora va a ponerse en marcha la directiva de transparencia salarial para obligar a las empresas a publicar los salarios de sus trabajadores, justamente para poder medir bien la brecha salarial”, ha apuntado a laSexta.
Precisamente, España ha sido uno de los países más punteros al tener un instrumento diseñado y que ya ha entrado en vigor para publicar las cantidades que hombres y mujeres ganan en las empresas.
Porque la brecha salarial no es solo un problema de presente, sino también a futuro, ya que agranda las diferencias a la hora de retirarse. Es la conocida brecha de pensiones, que en Europa alcanza de media el 30,1%.
Asimismo, hay una clara diferencia en la carga de las tareas de cuidados y del hogar: el 75% de los mismos recaen en las mujeres. Es por esto que se busca fomentar la conciliación, instando a un reparto equilibrado de permisos -como bajas de paternidad- y también mayor flexibilidad en las fórmulas de trabajo.
“La igualdad retributiva es mejorar la vida de las mujeres trabajadoras y la de las mujeres cuando son mayores”, insiste Rodríguez Palop.
El emprendimiento femenino, sostiene la representante europea, es “esencial” y funciona a la hora de reducir los desequilibrios económicos. Sin embargo, las mujeres van muy por detrás de los hombres en cuanto al emprendimiento.
Según datos de Eurostat, apenas el 7% de las mujeres son autónomas sin empleados en la Unión Europea, frente al 9% de media de los hombres.
Entre otras iniciativas, la Estrategia también busca garantizar una mayor representación de las mujeres en consejos de administración y puestos de poder. En la actualidad, solo el 7,5% de las mujeres presiden los máximos órganos de una compañía y apenas el 7,7% son altas ejecutivas.
Pero esto implica también fomentar la representativas de las mujeres en los puestos políticos. Tanto a la hora de votar como a la hora de presentarse como candidatas. Un ejemplo es el Parlamento Europeo, donde las mujeres han pasado de representar apenas el 15% de los miembros, al 40,4% en la actualidad.
Países como España, donde la Ley electoral requiere una cuota del 40-60 para ambos sexos en las listas que presentan los partidos, se encuentran por encima de la media, con un 47% de eurodiputadas en su delegación en el Parlamento.
La igualdad, sin embargo, queda todavía pendiente y lejana. Todavía el 44% de los europeos creen que el cometido más importante de una mujer es cuidar de su hogar y su familia y el 43% sostiene que el cometido más importante de un hombre es ganar dinero.
Por otro lado, otra de las patas busca atajar de raíz la violencia específica que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo. Según datos de la Comisión Europea, el 33% de las mujeres ha sufrido violencia física o sexual; el 22%, violencia de género por sus parejas; y el 55%, acoso sexual.
El Parlamento Europeo aprobó una resolución a principios de año en la que urgía a los países a incluir en sus planes de recuperación medidas específicas para atajar las diferencias de género, que se han agrandado a causa de la pandemia.