En un país dividido por el control de armas, son los propios centros escolares los que se ven obligados a buscar soluciones frente a los tiroteos. Y son las profesoras de primaria, como Hali Marquette en Alabama, las encargadas de desplegar en cuestión de segundos este novedoso sistema de refugio en un rincón del aula.
Mientras mueve lo que aparentemente es una pizarra, explica que, al desplegarla, es lo que se convierte en la habitación del pánico: "Es muy práctico porque, en condiciones normales, suelo usarlo para enseñarles", asegura.
El director del colegio afirma que la prioridad es mantener a los pequeños seguros "en todos los colegios". El objetivo es evitar masacres como la de Uvalde, en la que un joven de 18 años mató a 19 menores y dos profesoras.
"La clave es que los pequeños vuelvan seguros a casa", afirma Kevin Thomas, creador del mecanismo. Un sistema a prueba de balas, que se cierra desde dentro y que cada vez es más habitual encontrar en colegios de todo el país.
Un invento que intenta disminuir la gravedad de esos asaltos ante la falta de políticas contra las armas de fuego, dado que "no existe una opción única que solucione todos los problemas", según argumenta Eric Mackey, supervisor de colegios en Alabama.
En otra experiencia piloto, esta vez en Texas, se centran en cronometrar cuánto tiempo tardan los alumnos en entrar en una habitación del pánico similar, pero en este caso, instalada fija. En medio minuto todos deben hacinarse en su interior.
En los últimos 10 años, al menos 63 centros educativos de Estados Unidos han vivido más de un suceso violento con armas.