Es hora de que el Vaticano apueste por un sumo pontífice liberal, cercano y, por favor, que no supere los setenta que luego pasa lo que pasa. Es verdad que, a pesar de su avanzada edad, Ratzinger ha echado un órdago a la Iglesia haciendo frente a la pederastia pero queremos más.
Un poco más de juventud no hubiera venido nada mal para reducir a una curia romana anclada en el Siglo I, incluso antes de Cristo.Es el momento de imaginar y puestos a hacerlo: el responsable máximo del a Iglesia católica debería tener una hoja de ruta bien definida.La Iglesia Católica representa a casi mil doscientos millones de personas, contando también a las mujeres.
Hay que darles paso.Eso de prohibir el uso de los preservativos justo antes de aterrizar en África, ya está de más. Queremos a un papa cuyos viajes al tercer mundo no se limiten a tender su mano para que le besen. Hay que conocer el terreno.
Nuestra fumata blanca apuesta por el aperturismo y la solidaridad y con ese perfil hay dos papables. Óscar Rodríguez de Maradiaga, hondureño, 71 años. Representa a uno de los bastiones más importante de la Iglesia católica en Sudamérica y además es el presidente de Cáritas internacional. El otro es Peter Turkson, ghanés de 64 años, solidario hasta la médula, dirige la otra pata de acción social de la iglesia. Sería el primer papa negro.