Francoise Hollande ha aterrizado en Niza intentando encontrar sobre el terreno respuestas a la masacre terrorista. "¿Por qué Niza? Porque es conocida en todo el mundo. ¿Por qué 14 de julio? Porque era la fiesta de la libertad", ha explicado. Su agenda se ha visto saturada por un maratón de reuniones con las autoridades locales y por visitas a los centros sanitarios para ver a los numerosos heridos.
Todo ha dejado una desoladora conclusión: tras tres grandes atentados en menos de dos años, Francia deberá acostumbrarse al terrorismo. "Estamos ante una larga batalla, nuestro enemigo va a seguir atacando, pero nosotros tenemos un valor esencial: la libertad", ha declarado Hollande.
Francia, de luto oficial, prolongará tres meses más el estado de excepción, quedando en papel mojado el anuncio de suspenderlo el 26 de julio. El primer ministro, Manuel Valls, ha querido transmitir a los franceses "con mucha fuerza" que "no se cederá al terrorismo", y que "Francia debe hacer un bloque y ser solidaria".
De este modo, se ha referido a una Francia unida, donde se ha llamado a los 50.000 reservistas para apoyar el trabajo de la policía y donde finalmente tampoco se reducirán los 10.000 soldados desplegados para la vigilancia antiterrorista.