Las palizas, los puñetazos, los golpes y las descargas eléctricas se han vuelto habituales en Nueva York. Los ciudadanos están indignados por la violencia, presumiblemente racista, que están empleando las patrullas encargadas de hacer cumplir el distanciamiento social. El motivo es que actúan, sobre todo, contra negros e hispanos.
Sin embargo, el alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, las defiende y asegura que las agresiones solo son casos aislados.
En el vídeo que acompaña estas líneas se puede ver un ejemplo de uno de estos excesos. En la grabación se observa como agentes de paisano, forcejan con un hombre y una mujer para esposarlos. Según la Policía, se han saltado el distanciamiento social.
Entre gritos, la mujer repite que no han infringido las normas mientras uno de los agentes se dirige hacia uno de los testigos y le apunta con una pistola taser para que deje de grabar. Cuando éste le recrimina el permiso para utilizar la pistola, el agente le tira al suelo, le golpea en la cara, le arrastra por el paso de peatones y, mientras otro agente ayuda a esposarlo, lo inmoviliza con la rodilla sobre la cabeza.
El joven terminó en el hospital con lesiones graves en la espalda, costillas y pecho; al agente le han retirado temporalmente su placa y se ha abierto una investigación. Es una de las últimas actuaciones policiales cuestionadas. Para muchos, estas intervenciones para hacer respetar la distancia social están sirviendo de instrumento para ejercer la violencia contra la población negra.
En la ciudad de Nueva York 1.000 agentes patrullan para hacer que se cumplan las medidas de seguridad en esta pandemia. Hasta ahora han realizado un millón de intervenciones y 120 arrestos, el 68% de ellos son de población negra, el 24% de hispanos y solo un 7% de blancos.
Sin embargo, para el acalde de la ciudad las actuaciones violentas son una rareza. "Lo que he visto es inaceptable. Pero quiero que sepan que esto es una rareza", ha explicado Blasio.