Prometió una venganza histórica, y lo está cumpliendo. Israel lleva cinco días atacando sin piedad a toda la Franja de Gaza para vengar la matanza que, el pasado sábado, los milicianos de Hamás cometieron en su territorio. La última cifra ofrecida por el ministerio de Sanidad gazatí es de 1.417 muertos, entre los que se encuentran niños y 12 trabajadores humanitarios (médicos y profesores de la UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo). A prácticamente todos ellos los asesinaron mientras trabajaban en las 93 escuelas que la ONU tiene sobre el territorio palestino. Hasta ahora, esos edificios servían de refugio.
Ya no hay lugar seguro en Gaza donde los palestinos puedan huir o esconderse; porque todas las salidas están cortadas (incluido el paso de Rafah, el único controlado por Egipto) y hasta los hospitales están siendo bombardeados (además de estar funcionando sin electricidad y utilizando generadores). Bombardeos que no cesan, ni de día ni de noche. Si a eso se suma que Tel Aviv mantiene cortado el suministro de alimentos, medicinas, combustible, luz y agua a la Franja hasta que Hamás no libere a los rehenes israelíes, la situación en Gaza se parece mucho al infierno. Mohamed Halas, un niño palestino de 15 años que ahora se ve obligado a vivir en mitad de un descampado junto a otros niños, dice "espero que tengan piedad de nosotros".
Crisis humanitaria histórica
Pero no hay piedad cuando se promete algo tan lapidario como eso, como una venganza histórica. Israel mete a todo el pueblo palestino en el mismo saco que a Hamás y, por eso, no piensa frenar su ofensiva a pesar de que algunos ya hablen de que, en a penas cinco días, Gaza se ha sumido en la mayor crisis humanitaria de su Historia. Las cifras lo confirman: además del millar de muertos, hay 338.000 refugiados y más de mil viviendas destruidas. Recordemos que de los dos millones y medio de habitantes que tiene la Franja de Gaza, la mitad de ellos son menores de 14 años.
Precisamente esa situación dramática ha hecho que la ONU pida de manera urgente un corredor humanitario. Egipto ha aceptado pero Hamás se niega porque, dicen, eso supondría una evacuación del territorio. Así que, al final, por unas cosas o por otras los que pagan las consecuencias del sinsentido de la guerra son los palestinos inocentes. Muchos de ellos, como cuentan, mueren sin haber comido en días.
El escenario que Hamás e Israel están dibujando en Gaza tiene que parecerse mucho al fin del mundo.