La cumbre de los BRICS, celebrada en Kazán, se ha convertido en lo que Putin pretendía, un foro con más de 30 líderes internacionales en los que poder hablar de alianzas económicas, comerciales y de cooperación y en el que recibir halagos. Precisamente, los elogios los ha protagonizado el presidente venezolano, Nicolás Maduro: "Vemos con admiración la batalla que está librando Rusia, la gran Rusia contra el nazismo, contra el fascismo. Y también vemos con admiración las victorias que usted ha sido capaz de liderar".
Sin embargo, no todo han sido alabanzas. El presidente chino, Xi Jinping, le ha reprochado a Putin que "la crisis de Ucrania sigue prolongándose", por eso ha defendido que "es necesario contribuir a una pronta desescalada en Ucrania", para lo que es necesario "dejar de echar leña al fuego". Otro de los asistentes a este encuentro, el presidente indio, Narendra Modi, también ha instado al mandatario ruso a cesar las hostilidades: "Apoyamos el diálogo y la diplomacia, no la guerra".
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En definitiva, la cumbre de los países emergentes, que planea convertirse en la alternativa económica a Occidente, ha sido toda una demostración de fuerza diplomática del Kremlin. Putin cerrará su asistencia al encuentro con una reunión con el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres. Un gesto criticado por Ucrania, puesto que no acudió a su cumbre por la paz.