La nueva primera dama de Brasil, Michelle Bolsonaro, se dirigió a los brasileños en el lenguaje de signos de los sordomudos y, en su primer discurso, prometió que las personas con deficiencia serán "valoradas" durante la gestión de su marido y nuevo presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro.

"Las elecciones dieron voz a quien no era escuchado y la voz de las urnas fue clara: el ciudadano brasileño quiere seguridad, paz y prosperidad", dijo Michelle Bolsonaro, quien es intérprete del lenguaje de signos, en un inusual discurso de una primera dama en los actos de investidura de un presidente en Brasil.

La primera dama de Brasilse comprometió a fomentar la inclusión durante el Gobierno de su esposo, con quien contrajo matrimonio en 2007 y con quien tiene una hija de 8 años, y expresó su satisfacción de "poder contribuir para la sociedad brasileña".

Agradeció también la solidaridad prestada tras el atentado sufrido por Bolsonaro el pasado septiembre y pidió el apoyo de todos los brasileños para el nuevo presidente de Brasil, quien respondió con un aplauso en el lenguaje de señas.

Michelle Bolsonaro rompió el protocolo y realizó su discurso en el locutorio del Palacio de Planalto, sede del Gobierno, antes de que lo hiciera su esposo y nuevo mandatario, un hecho inusual en las tomas de mando de Brasil y que fue ampliamente aplaudido por el público.

Su mensaje fue traducido por una intérprete para que pudiera ser comprendido por las decenas de miles de personas que se congregaron en la Explanada de los Ministerios de Brasilia y, al finalizar, sonó el himno de Brasil, que también fue transmitido en el idioma de señas.

Discreta y de fuertes convicciones religiosas, Michelle Bolsonaro dio un gran protagonismo al lenguaje de signos durante la campaña electoral, ya que la mayoría de los discursos del recién investido presidente fueron traducidos para la comprensión de los sordomudos.

Hasta hace apenas unos meses la primera dama era traductora para sordomudos de los cultos evangélicos de la Iglesia Batista Atitude, en Río de Janeiro, que frecuentaba con asiduidad.