La Comisión Europea ha presentado una propuesta para renunciar a lo que se ha llamado cuotas obligatorias de migrantes. Así, los países del sur seguirán sosteniendo la presión de entrada de migrantes, mientras que a los socios centroeuropeos solo se les reclama solidaridad.
Bruselas aparca la idea de cuotas obligatorias para el reparto de la acogida de refugiados, pero plantea un sistema voluntario con varios niveles de solidaridad con los países con mayor presión migratoria, y apuesta por reforzar la frontera exterior de la Unión Europea y agilizar las expulsiones de los migrantes que no logren estatus de refugiado.
Las grandes diferencias entre los Estados miembros sigue enfrentando a las capitales, por lo que Bruselas se ha tomado más de un año de contactos bilaterales para tratar de superar las tensiones entre quienes reclaman un mecanismo de cuotas obligatorias para la acogida de los llegados, como España, y quienes rechazan de plano esta posibilidad, como Hungría, Polonia o Austria.
La gestión del problema migratorio se pueden resumir en cinco años de desacuerdos y fracasos que afectan a miles de personas que cada año tratan de cruzar el Mediterráneo.
El impacto de esta situación se vive día a día en Lesbos. Allí, algunos migrantes han querido mostrar ante las cámaras cómo es su día a día. Mustafá es uno de ellos. Afirma que come una vez al día, si tiene suerte, y le dan solo una botella de agua. Por eso, exige derechos: "No somos animales, necesitamos nuestros derechos".
El joven camerunés lleva 11 meses en Lesbos, y ahora reside en el nuevo campo de Kara Tepé, sin baños y durmiendo sobre piedras.
Malviven, y no solo en Lesbos. Los refugiados pasan por ser encarcelados e incluso torturados en muchas regiones del planeta. Es el caso de Mu-a-wia, que sufrió torturas con quemaduras en Libia durante dos años.
Ahora, con la crisis del coronavirus, muchos de ellos se sienten desamparados. Ali, un joven sirio de 14 años afirma tener más miedo al COVID-19 que a la guerra: "Cuando caen las bombas te puedes esconder en cuevas, del virus no", lamenta.
Son miles y miles de tragedias como éstas las que quiere evitar ahora la Unión Europea, pero su nuevo plan migratorio se antoja insuficiente. Burselas vuelve a apelar a compromisos voluntarios cuando los obligatorios fijados hace cuatro años fracasaron.
Según el plan, se cerrarán acuerdos con terceros países y se estimará cuántos refugiados podría acoger cada país miembro, según su poder económico y su población. Después tan solo se les pedirá solidaridad para reconciliar a los países del sur y del centro del continente.
Además, se pagará 10.000 euros por refugiado y 12.000 por menor no acompañado. Si aun así no se llegara a cubrir la ayuda para el 70% de las llegadas de migrantes, entrarían en juego las cuotas y las sanciones.
Se reabriría, así, la particular guerra interna en la Unión, otra más que tendrán que soportar miles de refugiados.