Los gritos de protesta y los violentos enfrentamientos con la Policía vuelven a tomar las calles de Francia. Es la batalla contra la reforma laboral que miles de franceses retoman tras un verano pacífico. La lucha de los sindicatos regresa, pero con una diferencia: la polémica ley ya está aprobada.
Con a la aprobación de la reforma laboral se permitirá abaratar los despidos; ampliar la semana laboral de 35 a 48 horas, pudiendo llegar a las 60; pagar las horas extras más baratas; y, además, prioriza los convenios de cada empresa por encima de los del sector.
Esta ley es, junto con la española, una de las reformas laborales más duras de Europa. "No cabe duda de que hay elementos de la reforma laboral francesa que se parecen como dos gotas de agua a la reforma laboral del PP que hizo por decreto en febrero de 2012", afirma Ramón Górriz, secretario de Acción Sindical de CCOO.
Con toda la oposición en contra, Valls también tiró de decretazo para aprobar la controvertida ley. Asegura que hará a las empresas más competitivas y así bajará el paro. "Este texto defenderá los derechos de las empresas y creará nuevos para los trabajadores", asegura el primer ministro de Francia, Manuel Valls.
Una reforma que siete de cada diez franceses rechazan. Lo han demostrado en las calles con una guerra entre gases lacrimógenos de los agentes y cócteles molotov de los manifestantes. "La lucha continuará, aunque sea por otras vías", afirma el sindicalista francés, Jean Claude Mailly. Ahora, sólo les queda acudir a la vía judicial para echar por tierra la reforma.