Putin está comenzando a construir una fortaleza con filas de triángulos de hormigón en la frontera de los territorios anexionados. La llaman la línea Wagner por los mercenarios rusos que defienden esas posiciones. La intención de Kremlin es que alcance hasta 2.000 kilómetros. Sin embargo, detrás de las impresionantes imágenes que ofrecen los triángulos desde arriba, se esconde una pérdida de poder y para expertos como Fernando Cocho, una solución obsoleta.
"Solo funciona cuando quieres defender una ciudad o una infraestructura crítica. Pero no cuando tienes un frente tan amplio como 2.000 kilómetros", ha expuesto el experto, que ha explicado que el objetivo de Putin con esta edificación es detener los carros de combate ucranianos.
Sin embargo, se trata de una estrategia de defensa que ya se demostró inútil durante otros conflictos, como la Primera y la Segunda Guerra Mundial. "Son posiciones defensivas obsoletas. Es una guerra abierta", ha indicado.
Para los expertos, que Putin apueste por esta infraestructura implica reconocer no sólo una guerra larga, sino también una posible pérdida de territorio en Lugansk por el avance ucraniano. "Significa una pérdida de poder y reconocer que no están saliendo las cosas como él quería", ha aseverado.
En la puesta en escena rusa para tratar de mostrar su superioridad en la invasión también se ha visto imágenes que bien se asemejan a las de conflictos del pasado siglo. En el vídeo principal de esta noticia se puede ver una de las más fragrantes: el momento en el que el hijo del líder checheno entrega a su padre tres prisioneros ucranianos como 'premio'.