El acuerdo de paz pasa su prueba definitiva: los colombianos deben decir si respaldan el pacto entre el Gobierno y las FARC. Su presidente, José Manuel Santos, ha dejado clara su postura: "Salgan a depositar su voto por el sí, podrá cambiar la historia de este país", ha dicho. Las encuestas vaticinan la victoria del 'sí' por un margen suficiente para que el plebiscito sea válido.
Ha ayudado que la guerrilla pida perdón a las víctimas, porque lo más delicado es la cuestión de la justicia. Muchos de los participantes en el conflicto podrán acogerse a la amnistía, y los que han cometido crímenes de guerra verán reducida la pena si admiten su culpa y hacen trabajos comunitarios.
A eso se agarran los partidarios del 'no' para hablar de impunidad. "Una claudicación de nuestra democracia. Los norteamericanos no le hubieran dado impunidad a Bin Laden", ha exclamado el expresidente colombiano, Álvaro Uribe.
Si triunfase el 'no', el acuerdo no podría aplicarse y, por tanto, no habría paz. "Si no el no llegara a ganar, las FARC tienen que volver al monte a seguir combatiendo. Entonces, el que vote por el no, pues vote, pero después al día siguiente que coja un fusil y vaya a combatir a la guerrilla", ha asegurado el mediador entre el Gobierno y las FARC, Henry Acosta.
Incluso si gana el 'sí', los retos de la paz sólo acaban de empezar. "La futura implementación de los acuerdos implica innumerables políticas públicas que logren erradicar los problemas estructurales que tiene el país de desarrollo, de seguridad, el narcotráfico, el problema de la participación política", explica la analista Paula de Castro. Ahora los colombianos deciden si empiezan ya a andar ese camino.