Desde que Trump fue elegido presidente hasta que se mudó en junio a la Casa Blanca, Melania se dejó ver con cuenta gotas y siempre acompañada por la polémica. Su sonrisa forzada a Trump se viralizó en la jura del presidente, así como los airados gestos de Trump para que hablase en público.
Durante meses, Melania prácticamente desapareció del mapa y fue Ivanka quien asumió su papel, convertida en 'primera hija', acompañando a su padre en actos oficiales o incluso en viajes al extranjero
Pero en marzo, Melania reapareció con su primer discurso en solitario, en el que manifestó que "la era contra la brutalidad contra mujeres y niños ha terminado". Una declaración de intenciones para sus cuatro años como primera dama. Aunque lejos del perfil activista de su predecesora Michelle Obama.
En mayo, Melania se estrenó en gira mundial, y sus desplantes a Trump negándose a darle la mano en Israel y el Vaticano se convirtieron en los protagonistas.
Siempre sometida a un severo escrutinio, la primera dama fue fuertemente criticada en su visita a Houston, devastado por el huracán Irma. No le perdonaron que llevara tacones y tuvo que cambiarse de calzado en el Air Force One.
Además, sus trajes exclusivos de miles de euros también le acarrean duros comentarios, aunque ella permanece fiel a su estilo como puede verse en sus últimas apariciones públicas.