Los responsables de la masacre del restaurante estaban en el punto de mira de la policía. Todos eran bangladeshíes y tenían estudios superiores. Posan sonrientes frente a la bandera de Daesh pero las autoridades dicen que no hay vínculos ni con ese grupo terrorista o Al Qaeda: "No creo que tuvieran ninguna relación con grupos extranjeros. Eran de aquí y respondían a órdenes de grupos locales".
Él único terrorista que sobrevivió al asalto policial está siendo interrogado y se investigan los perfiles de Facebook de todos ellos, sus teléfonos móviles y a sus familiares. Mientras, el país sigue llorando a los muertos. Cientos de personas han acudido a una vigilia en el primero de los dos días de luto oficial. La masacre no tiene precedentes en el país, que hasta ahora había registrado ataques aislados pero ninguno a gran escala.
A Bangladesh viajan ya familiares de los rehenes japoneses asesinados. El ministro de Exteriores nipón ya está en el país y ha sido recibido por la jefa de gobierno bangladeshí. En el hospital se recuperan los policías heridos durante el asalto al restaurante secuestrado. Uno de ellos relata cómo, en cuanto llegar, los terroristas empezaron a dispararles y tuvieron que refugiarse tras un muro.
La seguridad se ha reforzado en el distrito diplomático donde se encuentra el local atacado. Hay más presencia policial que nunca y se registra a todo el que entra y sale de la zona. Algunos se acercan hasta sólo para dejar flores y velas, rinden así homenaje a las víctimas de la mayor escalada de violencia en el país.