El secuestrador de Sidney estaba fichado por la Policía australiana. Era un clérigo islámico radical, de origen iraní, de 50 años. Un lobo solitario con antecedentes penales. En dos meses tenía que responder ante el juez por más de 40 denuncias de agresión sexual. Cuando inició el secuestro se encontraba en libertad bajo fianza.