El agua es básica para la seguridad alimentaria y energética, la salud humana y al medio ambiente, por lo que se hace imprescindible su promoción y cuidado. El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, ha llamado a trabajar "con un espíritu de cooperación urgente, con mente abierta a las nuevas ideas y la innovación, y dispuestos a compartir las soluciones que todos necesitamos para un futuro sostenible".
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) buscan lograr el acceso universal y equitativo al agua potable para el año 2030. En vista de los datos actuales, queda mucho por hacer: alrededor de 663 millones de personas, una de cada nueve habitantes del planeta, carecen de acceso a agua potable, mientras que casi 2.400 millones no disponen de saneamiento adecuado.
Plan International ha alertado de que cada día mueren 4.000 niños relacionados por falta de agua. Al año, enfermedades perfectamente evitables como la diarrea aguda, el cólera, la disentería y el tifus se cobran la vida de 1,5 millones de niños cada año.
En un país como España, el consumo medio por habitante es de 142 litros al día, ocho veces más que la media de una persona en una comunidad rural del Africa subsahariana. De hecho, según Plan, se usa más agua en una ducha de un minuto (casi 20 litros) que la que utilizan para beber y asearse los africanos (entre siete y 18).
La falta de agua se ceba especialmente con las comunidades más desfavorecidas, donde se superponen las necesidades. El 66% de los niños que siguen un tratamiento de recuperación nutricional con la ONG Acción Contra el Hambre padece o ha padecido enfermedades de origen hídrico.
La organización ha advertido de que el 60% de las muertes por diarrea (fallecen 750.000 niños menores de cinco años cada doce meses) podría evitarse, ya que se debe al acceso indebido al agua, a alimentos contaminados, a falta de saneamiento o a malas prácticas de higiene.
World Vision, con presencia en casi un centenar de países, pone a este reto el rostro y la voz de Hassoum, que tiene siete años y vive en Malí. El agua contaminada le ha provocado una enfermedad cutánea que se extiende por hombros cabeza y pecho y también tiene diarreas de forma prácticamente constante.
"Cuando Hassoum está enfermo, yo también me siento enferma. Con la diarrea, Hassoum se encuentra muy cansado y cada vez está muy débil. Ya he perdido un hijo por culpa del agua sucia y no quiero que vuelva a suceder", lamenta su madre, Harouna.
En Onwi, un distrito ghanés de la zona de Upper Denkyra East, la inutilización de un pozo dejó a los habitantes de la zona dependiendo de un pequeño riachuelo para beber, lavarse o cocinar. Anesvad, que trata de reconstruir el pozo, ha advertido de que en 2015 la falta de esta infraestructura derivó en 253 diarreas agudas, 96 infecciones por hongos, múltiples afecciones cutáneas e incluso una muerte, de un niño de menos de cinco años.
La ONU designó en 1993 el 22 de marzo como el Día Mundial del Agua. Más de dos décadas después, la organización vuelve a recordar los retos pendientes centrada, en esta ocasión, en el lema 'El agua y el empleo'. La mitad de los trabajadores del mundo, unos 1.500 millones, trabajan en sectores relacionados con este elemento básico.
"A mejor agua, mejores empleos", reza el comunicado con el que Naciones Unidas quiere recordar que "millones de personas cuyas vidas dependen del líquido elemento a menudo no son reconocidos o protegidos por los derechos laborales básicos".
El enfoque económico se extiende, también, a los beneficios y el progreso que logran las comunidades donde se mejora el acceso al agua y al saneamiento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que, por cada dólar invertido en saneamiento, se recuperan cinco y se logra el doble por cada dólar destinado a mejorar el acceso al agua.
Las mujeres y los niños del Africa subsahariana, responsables de la recogida del agua en el 71% de los hogares, dedican 20 millones de horas al día a esta tarea, según World Vision.