Una generación de niños amputados es lo que están dejando los bombardeos israelíes sobre Gaza. Es el caso de Noor Marouf, quien tiene solo 11 años. Ha perdido su pierna izquierda en un bombardeo en Jabalia. Acostada sobre una camilla de hospital, cuenta lo mucho que le duele su herida. "Quiero ir a Emiratos a que me traten porque me da miedo perder mi otra pierna", dice preocupada.
Está gravemente herida y ahora, tal vez, haya que amputarle la pierna derecha, donde tiene una pesada barra de metal y cuatro tornillos perforados en el hueso. Los pacientes jóvenes como Noor tendrán que viajar al extranjero para recibir una prótesis y un tratamiento a largo plazo. Además, según los expertos, los niños con amputaciones relacionadas con la guerra necesitarán hasta una docena de cirugías en esa extremidad cuando lleguen a la edad adulta porque el hueso sigue creciendo.
Es también el caso de Eman Al Kholy, otra niña de un hospital gazatí. Además de quedarse sin pierna, también ha perdido a sus dos padres en un ataque israelí. Ahora es una madre de acogida quien se encarga de ellas: "Las niñas están siempre diciendo 'mamá', 'papá' y yo lo único que puedo decirles es que no están, que sus padres han muerto", lamenta Amany entre lágrimas.
Son las víctimas de unos bombardeos masivos sobre infraestructuras civiles que no discriminan víctimas. Hoy se cumplen 90 días de ataques. El ejército israelí ha lanzado más de 45.000 bombas y misiles, peor que en Hiroshima, porque equivalen a tres bombas atómicas.
Jesús Núñez, codirector del Instituto de Estudios Sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), apunta que, después del ataque y eliminación del número dos de Hamás, Israel ha demostrado que cuando quiere matar a alguien tiene capacidad tecnológica y medios para hacerlo sin causar daños a la población civil y dice: "Lo que está pasando en Gaza nos deja claro que su prioridad no es solamente eliminar a Hamas sino masacrar a población civil para provocar, lo que todo el mundo entiende que es, un genocidio".
Este ataque a un miembro de Hamás en Beirut ha provocado un aumento de la hostilidad en la frontera israelí con el Líbano, que vive su mayor tensión desde la guerra que libraron Hizbulá e Israel en 2006. Por el momento, no hay fin del conflicto a la vista. Egipto ha congelado su papel de mediador e Israel ya ha dicho que no espera que la guerra termine este año.
Parece que seguirán sumando muertos a una lista que supera ya los 22.500, sin sumar los 7.000 desaparecidos atrapados bajo los escombros.