Para la canciller alemana, Ángela Merkel, las relaciones comerciales deben sostenerse en condiciones de "fiabilidad" y ello implica que no puede practicarse el espionaje, "no importa por parte de quién", afirmó la canciller, durante una visita a una empresa del oeste de Alemania.

Las empresas deben poder proteger "su 'know-how' y su propiedad intelectual", añadió Merkel, para insistir en el mensaje dirigido al presidente estadounidense, Barack Obama, en su reciente visita a Berlín, de que en tiempos de internet debe buscarse el equilibrio entre seguridad nacional y protección de datos.

Las palabras de la canciller siguen a la advertencia lanzada por su ministro de Economía, Philipp Rösler, acerca de las consecuencias que el presunto espionaje podía tener sobre las negociaciones para un Tratado de Libre Comercio entre EEUU y la UE.

Entre la industria alemana se ha extendido el temor de que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) pueda tener acceso también a material considerado sensible de empresas alemanas, con daños multimillonarios para las empresas víctimas espionaje industrial.

Alemania está entre 21 los países a los que el exanalista de la CIA y de la NSA, Edward Snowden ha tramitado una petición de asilo a través de la embajada alemana en Moscú, según confirmó el ministro de alemán de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle. El Ministerio alemán de Exteriores analiza la viabilidad de tal solicitud y la posibilidad de conceder a Snowden un permiso de residencia, indicó el ministro.

Desde la oposición socialdemócrata y verde se ha instado al gobierno a responder favorablemente a esa petición, aunque en Berlín se considera improbable que acceda, por encima del estupor causado en Alemania por el caso del ciberespionaje masivo.

Merkel, a través de un portavoz, y Westerwelle, han instado a Washington a esclarecer las informaciones del semanario 'Der Spiegel' sobre el presunto espionaje tanto a la UE como al gobierno de Berlín y han calificado de "intolerable" que se espíe a un país aliado.

Las informaciones del semanario han hecho que en Alemania vuelva a hablarse de prácticas propias de la guerra fría y entre enemigos, cuestión que en Berlín remite al trauma vivido en las décadas en que quedó partida por el Muro.