En una rueda de prensa conjunta con el presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, al término de sus conversaciones, Merkel fue tajante al señalar que Alemania y Europa no reconocerán la anexión de Crimea por Rusia. "Lo que ocurrió (la anexión de Crimea) es una violación de la integridad territorial. Si la reconocemos, ello afectará a toda Europa, alterará la coexistencia pacífica en Europa", recalcó la canciller.
Por ello, "es tan necesaria la observancia del principio de integridad territorial", agregó, aunque subrayó que ahora, "para empezar, hay que conservar Lugansk y Donetsk", escenario de combates entre las fuerzas ucranianas y las milicias separatistas prorrusas. "Mi presencia aquí muestra que dos países pueden cambiar sus relaciones políticas. Alemania no quiere una nueva desgracia: ha aprendido muy bien de su historia", dijo Merkel al señalar que su país no va permitir una nueva división de Europa.
La visita de la canciller a Kiev estuvo cargada de simbolismo, ya que coincidió con el 75º aniversario de la firma del pacto Ribbentrop-Mólotov, por el que la Alemania de Hitler y Unión Soviética de Stalin acordaron secretamente un reparto de zonas de influencias en el este de Europa. Además, como lo destacó Poroshenko, Merkel llegó a Kiev el día el en que Ucrania homenajea su bandera y la víspera de la celebración del Día de la Independencia.
La canciller señaló que "Ucrania no solo debe defenderse cuando es atacada", sino que también debe negociar y, en ese sentido, indicó que el presidente ucraniano avanza por esa vía. "Ha llegado la hora de hablar de paz. En los dos últimos dos meses ha cambiado lo más importante: la población de Donbass (de las regiones de Donetsk y Lugansk) ya no apoya a los mercenarios que nos han traído la guerra", dijo a su vez Poroshenko.
Sin embargo, enfatizó que la paz no puede alcanzarse "a costa de la integridad territorial de Ucrania". "El obstáculo son los mercenarios extranjeros. Si los sacan de nuestro territorio, la paz se restablecerá de inmediato", subrayó Poroshenko. Merkel expresó su esperanza de que las conversaciones que mantendrán el próximo martes en Minsk los líderes de la Unión Aduanera (Rusia, Bielorrusia y Kazajistán), Ucrania y la Unión Europea ayuden a resolver la crisis en las regiones orientales ucranianas.
"Respaldamos las conversaciones de paz que tendrán lugar en Minsk y esperamos que se produzca un avance, aunque sea de un paso. Considero que hay posibilidades de progreso", dijo. Agregó que el propósito de Alemania y la Unión Europea es "hallar una solución aceptable para todas las partes y que sirva de base para conservar la integridad territorial de Ucrania". Según la canciller, hay que dar seguir dando pasos para que la población rusohablante de Ucrania se involucre más en los asuntos ucranianos.
Poroshenko agradeció a Merkel la decisión de Alemania de dar tratamiento médico a 20 militares ucranianos gravemente heridos, así como de impulsar la creación de un fondo especial, que será anunciada en conferencia de donantes de la UE en septiembre próximo, para destinar 500 millones de euros a la reconstrucción de Donbass. "Todos recordamos el plan Marshall para la Europa de posguerra. Hoy puedo decir que este es el comienzo del plan Merkel para la reconstrucción de las infraestructuras de Donbass", dijo el presidente ucraniano.
Mientras Merkel y Poroshenko se reunían en Kiev, regresaban a Rusia los últimos camiones del convoy ruso que, sin cumplir con las formalidades exigidas por Ucrania, llevó el viernes ayuda humanitaria la ciudad de Lugansk, uno de los bastiones de los separatistas prorrusos en este ucraniano. "Gracias a nuestros esfuerzos decididos y coordinados se consiguió evitar provocaciones", comentó Poroshenko la situación en torno al convoy ruso, cuya entrada en el país fue calificada por Kiev de "violación de las normas del derecho internacional" y por algunos altos cargos de "invasión".