La oposición rusa ha exigido la dimisión del presidente ruso, Vladímir Putin, en una multitudinaria marcha en memoria de Boris Nemtsov, el político liberal asesinado hace cinco años frente al Kremlin, y en protesta contra la reforma constitucional.
"¡Putin, dimisión!", decía la pancarta que encabezaba la marcha que arrancó en la plaza Pushkin, en pleno corazón de Moscú, y terminó en la Avenida Sájarov, tradicional lugar de reunión de las fuerzas democráticas.
Más de 20.000 personas acudieron a la cita, en la que participó por vez primera Zhanna Nemtsova, la exiliada hija del que fuera gobernador, diputado, ministro y viceprimer ministro en tiempos de Borís Yeltsin, y que fue tiroteado el 27 de febrero de 2015 por unos sicarios chechenes.
"Rusia sin Putin", el tradicional grito de guerra de la oposición desde hace muchos años era uno de los lemas que más coreaban los manifestantes dirigidos con un altavoz por el estrecho aliado de Nemtsov, Iliá Yashin.
Y es que la oposición y la familia de Nemtsov considera a Putin "responsable políticamente" del asesinato por crear el ambiente de odio contra la oposición tras la anexión de Crimea y la guerra en el Donbás en 2014.
El abogado de Nemtsov, Vadim Prójorov, ha acusado a Putin de entorpecer el esclarecimiento del caso: "El máximo dirigente del país de manera totalmente consciente obstruye cualquier investigación sobre el asesinato de Nemtsov".
"Los que encargaron el asesinato deben ser encarcelados", rezaba otra gran pancarta desplegada por los manifestantes que lideraban la columna opositora. Precisamente, el cántico que se podía oír en las calles de Moscú, "Kadírov, la vergüenza de Rusia", alude al que la familia y los correligionarios de Nemtsov consideran el principal culpable de su muerte, el líder chechén, Ramzán Kadírov, aunque la Justicia siempre se ha negado a que sea interrogado.
Kadírov, quien tachó antes del asesinato a los opositores como Nemtsov de "enemigos del pueblo" en un artículo en el diario "Izvestia", calificó de "auténtico patriota ruso" al presunto ejecutor del crimen.
Los principales dirigentes opositores, muchas veces enfrentados, acudieron en bloque a la marcha, desde Alexéi Navalni, el político más popular entre los jóvenes rusos; Dmitri Gudkov, el último opositor con escaño de diputado hasta 2016; el ex primer ministro Mijaíl Kasiánov o el histórico líder liberal Grigori Yavlinski.
"Ha tenido que morir Nemtsov para que todos nos unamos contra Putin. Lo ha conseguido después de muerto", comentó a Efe Tamara, una pensionista.
El Ayuntamiento de Moscú autorizó la marcha, al contrario de lo que ocurrió con las protestas antigubernamentales del verano pasado contra la exclusión de los candidatos opositores en las elecciones municipales, en las que fueron detenidas varios miles de personas.
"Somos pocos, deberían haber venido muchos más ¿Sabe lo que pasa? Que los rusos somos unos borregos y unos cobardes", se lamentaba Vladímir, otro moscovita. Muchos manifestantes llevaban pegatinas y pin con la frase "Puente Nemtsov", ya que el opositor fue asesinado en el puente Moskvoretski, pero las autoridades locales se niegan a rendir memoria al alto funcionario y opositor asesinado, al que Praga dedicó recientemente una plaza.
Similares protestas en recuerdo de Nemtsov y contra la política del Kremlin se celebraron en la segunda ciudad del país, San Petersburgo, donde hubo varios detenidos; en Nizhni Nóvgorod, donde el político -físico de formación- fue elegido gobernador con 32 años, y en ciudades como Yekaterimburgo, capital de los Urales, las sureñas Krasnodar y Rostov del Don, y las siberianas Novosibirsk e Irkutsk.
La marcha ha sido la mayor protesta popular contra las reformas constitucionales propuestas por Putin en su discurso sobre el estado de la nación del pasado 15 de enero.
La oposición rechaza tanto el contenido de las reformas -consideran que permitirá a Putin perpetuarse en el poder-, como las prisas en su aprobación por la Duma o Cámara de Diputados, la falta de transparencia y el método elegido para su aprobación, un plebiscito y no un referéndum al uso.
"Si hubieran convocado un referéndum, tendrían que lograr más de un 50 % de respaldo. Y no están seguros de lograrlo. Por ello, han optado por un plebiscito. No importa cuántos votan y es imposible de controlar", explicó a Efe Iliá Míschenko, colaborador de Nemtsov en el movimiento Solidarnost (Solidaridad).
Putin aprobó esta semana la propuesta de convocar la consulta el 22 de abril, fecha en la que se conmemora el nacimiento del fundador de la Unión Soviética, Vladímir Ílich Lenin, a lo que se oponen categóricamente los comunistas.
Según la última encuesta realizada por el centro demoscópico Levada, sólo un 25 % de los rusos está decidido a apoyar la reforma constitucional, un 37 % está indeciso, un 23 % no acudirá a las urnas y un 10 % rechaza las enmiendas.
Además, un 65 % de los encuestados admite que no entiende el sentido de las reformas constitucionales que pretenden otorgar más poderes al Parlamento, incluir un nuevo órgano en la Carta Magna, el Consejo de Estado, y eliminar la supremacía del derecho internacional sobre la legislación nacional.
La Duma, controlada por el partido del Kremlin, Rusia Unida, tiene previsto aprobar en segunda y tercera lectura las enmiendas el 10 y 11 de marzo, tras lo que éstas deberán ser ratificadas por el Senado.