Con siete meses Mosha perdió una de sus patas con una mina situada en la frontera entre Tailandia y Myanmar y gracias a la iniciativa de la fundación Amigos de los elefantes asiáticos puede seguir viviendo. Le fabricaron una prótesis y con ella ha conseguido caminar. Conforme ha ido creciendo se la han ido cambiando. En total, ha tenido ya nueve patas que se han ido adaptando a su crecimiento.
Motola también cuenta con una prótesis, sin embargo, no acaba de acostumbrarse a ella. Por eso, según informa la BBC, voluntarios de la fundación han decidido que permanezca junto a Mosha.