Unas horas después del tiroteo, el centro de Múnich solo estaba tomado por la policía y los servicios de emergencia. Se trataba de una ciudad desierta. Detlef Hemtzen, residente en Múnich, ha asegurado que se siente impotente. "Nunca he experimentado nada como esto", ha explicado.
Con el miedo a cuestas, a muchos muniqueses se les ha hecho difícil regresar a sus lugares de residencia, pues el transporte público permanecía cerrado y la zona acordonada. Algunos turistas como Frank Schneider han tenido dificultades para regresar al hotel en el que se hospedaban y muchos han amanecido donde han podido.
Otros tuvieron que improvisar refugios espontáneos ante la dificultad de llegar a sus casas. "Pasé la noche en un edificio de oficinas porque no podía moverme de la zona", ha explicado Andrea Lammers, residente en la ciudad.
Cuatro días después del ataque a hachazos en un tren bávaro reivindicado por Daesh, muchos se temían lo peor."Estaba en pánico pensando que este podría ser un ataque como el de Francia", ha dicho otro residente llamado Gudrun Ruegemer.
La sensación de miedo que han vivido estos afectados se ha convertido en un sentimiento de dolor al preguntarse por el porqué de la masacre. Algo a lo que no encuentran respuesta.
A la hora de recordar a las víctimas, en los homenajes con velas y flores algunos ciudadanos como Thomas Thirolf también han incluido al atacante. "Le he conmemorado aunque su acción haya sido cruel y mezquina. Pero no quiero diferenciar. Solo quiero que un símbolo de perdón salga desde Múnich", ha explicado.