El pacto, que pondría fin a una de las más sangrientas campañas terroristas, fue anunciado por el jefe del Estado Mayor nigeriano, Alex Badeh, a través de un escueto comunicado difundido a los medios de comunicación: "Deseo informar a los ciudadanos de que hemos llegado a un acuerdo de alto el fuego". El responsable militar no dio más detalles sobre el mismo, pero fuentes del Gobierno citadas por diferentes medios locales apuntaron que era extensible a las niñas, que podrían ser liberadas de forma inminente.
Un portavoz del grupo terrorista afirmó en la emisora "Voice of Nigeria" que las menores se encuentran "a salvo y en buenas condiciones". No obstante, algunos analistas citados por medios como el diario "Premium Times" dudan de la validez de este anuncio y recuerdan que en ocasiones anteriores el Ejército informó de medidas similares que nunca llegaron a materializarse. Existen multitud de antecedentes que invitan a la precaución. El último ocurrió a finales del mes pasado, cuando el Ejército anunció por tercera vez la muerte del líder del grupo terrorista, Abubakar Shekau, quien una semana después desmintió su fallecimiento en un vídeo.
Ese mismo día, las Fuerzas Armadas nigerianas se vieron obligadas a desmentir unas afirmaciones hechas por su portavoz a diferentes medios, asegurando que un gran número de las niñas de Chibok había sido liberado. El alto el fuego anunciado se firmó en una reunión celebrada esta la mañana del viernesen Yamena, a la que asistieron el jefe de Gabinete de la Presidencia, Hassan Tukur, funcionarios del Gobierno del Chad y representantes de Boko Haram.
El grupo lleva casi un mes sin atentar, cuando su promedio de este año era de uno o varios ataques por semana, por lo que las negociaciones podrían haber comenzado hace tiempo. Considerado el reflejo africano del grupo yihadista Estado Islámico, Boko Haram endureció su cruzada de terror en el norte de Nigeria en los últimos meses con centenares de asesinatos y la ocupación de territorios para declarar un califato islámico.
Concretamente, los últimos seis meses se habían convertido en el periodo más sangriento en la historia de Boko Haram, que en lenguas locales significa "la educación no islámica es pecado" y lucha por imponer la ley islámica en Nigeria, país de mayoría musulmana en el norte y predominantemente cristiana en el sur. Las cifras lo corroboran: en lo que va de año el grupo ha asesinado a cerca de 3.000 personas y a más de 12.000 desde 2009, según los cálculos del Gobierno nigeriano. Pero entre todos sus ataques recientes el que más conmocionó a Nigeria y al resto del planeta fue el secuestro de más de 200 niñas el pasado 14 de abril en una escuela de Chibok, en el estado septentrional de Borno.
Las menores fueron raptadas en plena noche por medio centenar de terroristas armados que las introdujeron en camionetas para sacarlas de su aldea. La primera reacción de un Gobierno acostumbrado a la violencia en zonas que no le reportan votos y de un Ejército al que sus propios ciudadanos acusan de huir cuando hay ataques fue bastante moderada. El suceso, que se hizo global gracias a una campaña en las redes sociales impulsada por personalidades públicas, alarmó a la comunidad internacional, que brindó su apoyo técnico y logístico para encontrar a las menores. Se desconoce si ese apoyo ha sido relevante en las negociaciones que culminaron hoy, cuyo punto principal era poner fin a la cruenta campaña de violencia del grupo terrorista.