Estados Unidos registró este jueves un nuevo récord de contagios por coronavirus en un día, con más de 63.200 nuevos casos en 24 horas, según la Universidad Johns Hopkins.
El país ha superado ya los los 3,11 millones de contagios desde el inicio de la pandemia, mientras que el balance provisional de fallecidos apunta a que han muerto 133.106 personas.
La mayoría de los últimos contagios se concentran en Florida, Texas, Arizona y California y el principal epidemiólogo de EE. UU., Anthony Fauci,ha afirmado que esos estados "no han seguido las pautas, han omitido los pasos recomendados".
El doctor Fauci, además, ha reconocido que el país no lo está haciendo bien y ha asegurado que espera que no haya que recurrir al cierre nacional.
En Florida ha superado la barrera de los 200.000 contagiados, allí la muerte de una niña de solo 11 años por complicaciones provocadas por el virus ha conmocionado al estado, que ha pedido con urgencia al presidente Trump 1.500 enfermeros para reforzar los hospitales y que se aceleren los envíos del fármaco Remdesivir.
También vive una situación preocupante Texas, donde las UCIS de los hospitales están al 95% de su capacidad y ya se han prohibido las cirugías no urgentes en más de 100 condados.
Nueva York sigue siendo el más golpeado
Sin embargo, Nueva York se mantiene todavía como el estado más golpeado por la pandemia con 399.513 casos confirmados y 32.283 fallecidos, una cifra solo por debajo de Brasil, el Reino Unido, Italia y México.
Tan solo en la ciudad de Nueva York han muerto 23.247 personas. A Nueva York le siguen la vecina Nueva Jersey con 15.448 muertos, Massachusetts con 8.268 e Illinois con 7.329. Otros estados con un gran número de fallecidos son Pensilvania con 6.848, California con 6.749, Michigan con 6.271 o Connecticut, con 4.348.
En cuanto a los contagios, California es el segundo estado solo por detrás de Nueva York con 298.338, allí preocupa el brote en la prisión de San Quintín, donde 1400 reclusos están contagiados, un 40% de los presos y hay al menos 7 muertos. lo que ha llevado a varios legisladores estatales a pedir reducir la capacidad de las cárceles y contener la propagación.