Lejos de alejar y cerrar las puertas a los refugiados como hace Europa, el Papa Francisco ha lavado los pies a más de una decena de refugiados durante la celebración del jueves santo. Lo ha hecho en un centro de acogida cercano a la capital italiana. Entre los asistentes no solo había católicos sino también, musulmanes, coptos o hindúes que huyen de países en conflicto como Siria o Nigeria. Ante ellos ha arremetido contra los fabricantes de armas a quienes culpa de los atentados terroristas como los de Bruselas