Desastre natural

"Pensé que era el fin del mundo": los supervivientes del tsunami de 2004 en el Índico recuerdan lo ocurrido 20 años después

Las cifras Más de 228.000 muertos, 14 países afectados y olas que alcanzaron los 30 metros de altura son algunos de los sobrecogedores datos que dejó atrás el terremoto de magnitud 9,1, el tercer sismo más potente jamás registrado.

Un superviviente lleva sus pertenencias entre los escombros.Un superviviente lleva sus pertenencias entre los escombros.Agencia EFE

Los recuerdos de la devastación y el miedo vivido en medio del tsunami de 2004 en el Océano Índico, que dejó más de 228.000 muertos en 14 países, siguen siendo la huella más indeleble de la tragedia, de la que intentan recuperarse sus sobrevivientes, algunos con más éxito que otros, 20 años después de haber sido arrastrados por las olas.

Separados por miles kilómetros de distancia, hombres y mujeres de tres países afectados relatan a EFE sus memorias hasta donde se lo permite el dolor de revivir el desastre.

Aquel 26 de diciembre, Syarifah Nargis cocinaba algo en su casa en la aldea de Kajhu, en la región indonesia de Aceh, cuando pensó que se había mareado debido a su embarazo de nueve meses, pero los gritos de todas partes le hicieron entender que no se movía su cabeza, sino que la tierra estaba siendo sacudida por un terremoto de magnitud 9,1, el tercero más potente registrado en el mundo.

"Pensé que era el fin del mundo", señala la mujer que tenía entonces 29 años y que unos minutos después del seísmo retomó sus quehaceres y sirvió a su familia la comida que estuvo preparando, como si la vida continuase sin más sobresaltos a pocos kilómetros de la ciudad de Banda Aceh, la zona cero del desastre en Indonesia, el país en el que murieron 167.000 personas.

El griterío que procedía del exterior de su casa fue lo último que escuchó antes de ser golpeada por las olas, que la envolvieron en una espiral de histeria en la que la muerte parecía inminente hasta que consiguió subirse al techo junto a su esposo y su hija, desde donde vieron que su pueblo había desaparecido bajo el torrente marino que se llevaba todo a su paso.

Syarifah vio cómo este desastre cegaba la vida de decenas de personas, entre ellas su cuñada, su suegra y dos sobrinos de menos de tres años. Ella tuvo mejor suerte y días más tarde recibió ayuda médica, hasta que el 14 de enero dio a luz a su hija.

Mientras en 2004 nunca había escuchado la palabra tsunami, hoy defiende la importancia de que las comunidades reciban formación en la prevención de este tipo de eventos y en la activación de sistemas de alerta temprana, pues -reconoce- los minutos después de un terremoto "son una ventana de oro" para ponerse a salvo antes de una eventual embestida del mar.

Todo ocurrió en cuestión de segundos

El mar se recogió A Maitree Jongkraijak, que entonces tenía 31 años, su esposa le pidió que fueran a ver cómo el mar se había recogido en la costa del mar de Andamán , en el sur de Tailandia, el país en el que fallecieron por este siniestro 8.000 personas, 2.000 de ellos extranjeros, sobre todo turistas de nacionalidad sueca y alemana.

Una vez que bajaron a comprobar aquella rareza vieron que en el horizonte una enorme ola se levantaba y se dirigía impetuosa hacia ellos, echaron a correr hacia su casa, en la localidad de Ban Nam Khema, a buscar a sus hijas y escapar del peligro.

Todo ocurrió en cuestión de segundos, o así lo recuerda el hombre, cuya madre y padre fallecieron ese día, ambos desaparecidos entre olas. Maitree, un político local de la provincia de Phan Nga, al norte de la turística Phuket, perdió 46 familiares en el tsunami.

Desde entonces, ha dedicado sus esfuerzos a la creación de sistemas de alerta temprana y en la construcción, con ayuda de entidades privadas, de un sistema de ayuda a los lugareños y turistas en caso de tsunami, para que puedan ponerse bajo resguardo a tiempo y salvar sus vidas.

"El tsunami nos enseñó una cosa, hacer el bien a otros"

Convencida de que un "poder divino" la salvó, Wimala Kasthuriarachchi recuerda que su hijo -que la guió en todo momento durante la lucha por sobrevivir a las olas en la costera población de Telwatte en Sri Lanka- sacó información de la apocalíptica película 'El día después de mañana'(Wednesday) para sortear los peligros del tsunami.

"Creo que esa película le dio fuerzas", dice la mujer, que no había visto el film -estrenado ese mismo año- en el que Jake Gylenhall interpreta a un científico que intenta salvar a su familia de una catástrofe mundial causada por la crisis climática.

Sobre el mayor desastre natural que ha enfrentado su país, en donde murieron 35.000 personas, Wimala también recuerda haber visto decenas de cadáveres flotar sobre las aguas, así como aferrarse a una oración budista con la que sentía que se despedía de la vida, esperanzada gracias a su fe en que renacería en un lugar mejor.

"El tsunami nos enseñó una cosa, hacer el bien a otros", sintetiza la mujer, que ha asistido a casi todas las ceremonias anuales de conmemoración de las víctimas en la costera población en Telwatte, a donde prevé volver este 26 de enero junto a su familia.

Datos de la catástrofe

El 26 de diciembre de 2004, un poderoso terremoto de magnitud 9,1 sacudió el lecho marino a una profundidad de 30 kilómetros y con epicentro unos 120 kilómetros al oeste de la isla de Sumatra, según los datos revisados por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, siglas en inglés).

El poderoso temblor, solo superado por los sismos en Chile de 1960 (9,5) y Alaska en 1963 (9,2), provocó olas de hasta 30 metros que golpearon primero la costa indonesia y que viajaron a una velocidad de entre 500 y 1.000 kilómetros por hora, según el Centro de Alertas de Tsunamis del Pacífico.

El movimiento telúrico liberó una energía equivalente a 23.000 bombas nucleares como la arrojada sobre la ciudad japonesa de Nagasaki en 1945, según un informe del USGS, que precisa que en los tres meses posteriores al sismo se registraron más de 500 réplicas con magnitudes de entre cinco y más de ocho.

El sismo desató una serie de tsunamis que causaron la muerte de casi 228.000 personas en 14 países, siendo uno de los desastres naturales más mortales en la historia moderna, y provocó que unas 1,6 millones de personas se vieran desplazadas de sus hogares, según datos de UNESCO.

Indonesia fue el lugar con más muertos, 167.000, entre ellas unas 61.000 en la ciudad de Banda Aceh (norte de Sumatra), el 25% de sus habitantes, según las cifras oficiales. En Sri Lanka, las autoridades estimaron que unas 35.000 murieron o desaparecieron; mientras que en India fallecieron más de 16.000 personas.

En las seis provincias de Tailandia que se vieron afectadas unas 8.200 personas perdieron la vida, entre ellas casi 2.000 extranjeros, sobre todo de nacionalidad sueca y alemana. En otros lugares de Asia también hubo víctimas mortales: Birmania registró unas 60 muertes, según la junta militar que gobernaba entonces el país y que la oposición estimó en hasta diez veces más. Le siguieron Maldivas (108), Malasia (75) y Bangladés (2).

Las olas mortales además afectaron la costa oriental de África, donde se cobraron vidas en Somalia (289), Tanzania (13), Seychelles (3), Kenia (1), Yemen (2) y Sudáfrica (2), el punto del planeta en el que se registró la muerte más lejana al epicentro del sismo, a unos 8.000 kilómetros. Incluso en la Antártida se detectaron subidas de las olas.

Daños materiales

Se calculó que los daños materiales fueron de 14.000 millones de dólares (13.230 millones de euros, al cambio actual), según un informe del Banco Mundial (BM). Indonesia, de nuevo, fue el país más impactado, donde más de 655.000 personas perdieron sus hogares en las más de 700 poblaciones que se vieron afectadas. Los daños económicos ascendieron a 4.500 millones de dólares (más de 4.260 millones de euros).

Tailandia, el segundo país más afectado en términos económicos, los estimó en 2.000 millones de dólares (1.895 millones de euros), que implicaron una reducción del PIB en un 0,4%. Aunque en términos porcentuales Maldivas fue la que sufrió un mayor impacto con daños por 460 millones de dólares (cerca de 436 millones de euros), que supusieron el 62% de su PIB, todo según el BM.