Un año después de la caída de Kabul en manos de los talibanes, los niños son las grandes víctimas en Afganistán. En palabras de la CEO de Save the Children, Inger Ashing, el país es hoy "uno de los peores lugares del mundo para ser niño".
Hasta el Hospital Infantil Indira Gandhi de Kabul llegan desesperadas cientos de familias; el 53% de los niños afganos están gravemente desnutridos. "Cuanto más altos son los índices de pobreza, más casos de desnutrición hay", resume el doctor Mohammad Ashraf.
En ese mismo centro hospitalario, una madre llora desconsolada: su hijo, cuenta, se está muriendo ante sus ojos, pero no tiene dinero ni para comprarle leche. Es la misma frustración que narran muchas madres en el país, que piden que el mundo no olvide a sus pequeños.
"Mi hija ahora está desnutrida y no puedo pagar sus medicinas", lamenta una de ellas. "Mi bebé ha estado mal desde que nació, siempre está enfermo, pero no tenemos suficiente dinero", explica otra mujer.
Melanie Galvin, jefa de Nutrición de UNICEF en Afganistán, asevera que "no hay duda de que el número de niños con desnutrición severa se ha duplicado". "Y no vemos que esos números mejoren, los vemos empeorar", advierte.
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Pero el drama de los niños afganos va mucho más allá y siete de cada 10 trabajan en vez de ir al colegio. Una pobreza extrema por la que muchas familias llegan, incluso, a vender a sus hijas para casarlas.