Una testigo, cuyo marido murió en dicho ataque, contó al rotativo que hombres armados atacaron la localidad y secuestraron a cerca de 100 jóvenes, lo que provocó que muchos habitantes huyeran y se refugiaran en algunas zonas del Estado de Borno y Yobe.
Los insurgentes, explicó, podrían haber secuestrado a estos adolescentes para reclutarlos como fuerza de combate en la lucha armada que la secta lleva a cabo en el país. No obstante, el secuestro no ha sido confirmado por las autoridades nigerianas, que todavía desconocen el paradero de las más de 200 niñas que el pasado 14 de abril fueron secuestradas por el mismo grupo terrorista.
Las niñas todavía permanecen retenidas pese a que Nigeria ha contado en los últimos meses con ayuda internacional, especialmente de Estados Unidos y Reino Unido, para localizarlas. La milicia reivindicó el secuestro de las menores y amenazó con venderlas en el mercado si las autoridades no liberaban a terroristas presos en el país.
Boko Haram tiene su feudo espiritual y su base de operaciones en Borno, pero actúa también en los estados vecinos de Adamawa y Yobe, donde el Gobierno nigeriano ha declarado el estado de emergencia. Desde que la Policía acabó en 2009 con el entonces líder y fundador de Boko Haram, Mohamed Yusuf, los radicales mantienen una sangrienta campaña que se ha intensificado en los últimos meses.
En lo que llevamos de año, el grupo islamista ha asesinado a cerca de 3.000 personas, y a más de 12.000 desde 2009, según los cálculos del Gobierno nigeriano. Boko Haram, que significa en lenguas locales "la educación no islámica es pecado", lucha por imponer un Estado islámico en Nigeria, país de mayoría musulmana en el norte y predominantemente cristiano en el sur.