Los manifestantes quieren llegar hasta las oficinas del primer ministro Erdogan en Estambul, aunque no lo consiguen, demuestran que ese descontento a media voz, ese miedo por tomar la calle es ya historia en Turquía.
Ahora actúan tirando piedras y palos en Estambul, quemando una sede del partido gobernante en Izmir y, en Ankara siguen batallando aún con la cabeza abierta por los golpes.
Erdogan pide calma y dice que todo este terremoto lo han montado unos pocos extremistas pero, en la calle, en Taksim, los jóvenes, los conciertos improvisados, las palmas y las vigilias le desmienten.
Ellos luchan porque creen que el gobierno es demasiado autoritario y su policía demasiado violenta.
Amnistía internacional asegura que ya han muerto dos manifestantes pero el gobierno no lo confirma. Las protestas empezaron el viernes en Estambul por la destrucción de un parque y se han extendido a más de 67 ciudades.
En el terreno, Erdogan dice que no pretende construir un centro comercial pero si una mezquita.
El gobierno de Erdogan lleva desde el año 2002 en el poder y ha causado descontento entre la población laica por la islamización social.