¿La sodomía es pecado? ¿El matrimonio temporal es una solución para la masturbación? ¿Es lícito tocarse en ramadán?...Resolver estas dudas explícitas es una tarea impuesta en Irán a los ayatolás, cuyas oficinas reciben miles de consultas para conciliar la ley islámica con la vida cotidiana.

El alto clero chiíta maneja las estructuras del poder en Irán y tiene la última palabra sobre las normas legales y morales. Dirige también una amplia red de consultorios sobre la sharía ideada para solucionar los conflictos que la rigidez de la normativa causa al ciudadano de a pie. Decenas de publicaciones y páginas web, además de encuentros públicos  sirven a los ayatolás y a sus ayudantes para evacuar estas dudas.

En las consultas tienen una presencia muy importante las prácticas relacionadas con la vida íntima y sexual de los iraníes preocupados por vivir bajo estrictos criterios islámicos.

En Irán, un país donde se ejerce una estricta segregación por sexos desde el primer grado escolar, sorprende ver a las mujeres consultar sus temas más privados con los clérigos para encontrar una solución a sus deseos sin cometer pecado.

Precisamente, y para permitir estas y otras consultas, los clérigos chiítas son considerados "mahram" para las mujeres, es decir, personas de sexo opuesto con las que se puede tener contacto directo, algo que generalmente está limitado a padres, hermanos y esposos.

"Islám prohíbe muchas cosas pero al mismo tiempo tiene una solución para cada pecado que hayas cometido", declara Maryam una joven religiosa de 28 años, que aseguró que "cumplir esas normas asegura la vida después de la muerte y previene que dios me lleve al infierno".

Una de las ventajas o inconvenientes del sistema es que cada ayatolá puede opinar de distinta manera que sus colegas respecto a un tema concreto, lo que puede generar confusión en unos casos o aliviar conciencias en otros.

Si bien gran parte de las respuestas están llenas de sentido común y de recomendaciones para buscar ayuda médica o psiquiátrica, otras en cambio están plagadas de complejas interpretaciones religiosas que llevan a soluciones un tanto estrambóticas para el no iniciado.

Como ejemplo, el líder supremo tranquilizó a los creyentes que quieran toquetearse con su pareja durante el mes sagrado de ramadán, en el que el sexo está prohibido, y afirmó en uno de sus libros que se trata de algo "lícito" siempre que no se provoque la eyaculación.  Sin embargo, uno no estaría autorizado a besarse, ya que implicaría ingerir líquidos, algo que sí está prohibido porque se rompería con el ayuno.