Vladímir Putin acusa a Occidente de jugar a un juego geopolítico "peligroso, sangriento y sucio" y asegura que al final tendrá que hablar con Rusia. Así lo ha aseverado el presidente ruso este jueves, durante una larga intervención en la que ha cargado una y otra vez contra las potencias occidentales.
"El poder sobre el mundo es lo que Occidente ha puesto en liza en su juego, pero ese juego es peligroso, sangriento y diría que sucio", ha aseverado, lanzando una clara amenaza: "El que siembra el viento, como dicen, recogerá la tempestad".
Un discurso en el que asimismo ha asegurado que la dominación occidental sobre los asuntos mundiales "se acerca a su fin" y en el que ha advertido de que el mundo se encuentra ante "la década más peligrosa, impredecible y, al mismo tiempo, importante desde el final de la Segunda Guerra Mundial".
El mandatario ruso además ha acusado a Occidente -según él, cegado por el colonialismo- de ayudar a incitar el conflicto en Ucrania e intentar provocar una crisis también por Taiwán para intentar lograr la dominación global.
En este sentido, el mandatario ha alegado además que utiliza las sanciones económicas -como las impuestas a Moscú en respuesta a su invasión- contra sus rivales porque no puede competir de forma justa con el ascenso económico y político de Asia. Así, Putin ha afirmado que las potencias occidentales han "hecho a un lado las reglas" internacionales para mantener su dominación y reprimir lo que -según el presidente ruso- ven como "civilizaciones de segunda".
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Pese a todo, el dirigente ha defendido que Rusia no se considera enemiga de Occidente, a la par que ha arremetido contra sus "arrogantes" líderes, que, según él, están decididos a imponer sus valores al resto del mundo. "La confianza en su infalibilidad es un estado muy peligroso", ha advertido. A este respecto, Putin ha asegurado que Rusia nunca aceptará que los países occidentales le digan qué hacer y ha advertido de que, mientras más tarden en darse cuenta de esto, más alto será el precio a pagar.