Israel vive sumido en la peor oleada de protestas -siete meses ya- en décadas, la más grave crisis a la que se enfrenta el primer ministro Netanyahu desde que está en el poder (lo tocó por primera vez en 1996, está en su sexta legislatura), por su polémica reforma judicial de ultraderecha, que este lunes aprobó su primera parte.
Al menos 18 personas fueron detenidas en las últimas horas y hubo otros tantos heridos, la mayoría policías. Los cortes de carreteras se han multiplicado en todo el país. En una de ellas, cerca de Kfar Saba, un conductor habría embestido con su vehículo contra los manifestantes.
¿Qué tiene de malo esta reforma?
El Gobierno trata de limitar, severamente, el poder de los jueces, que son prácticamente el único mecanismo de contrapeso que impide ejecutivos con poder ilimitado en el sistema israelí, a falta de constitución y con sólo una cámara parlamentaria.
Esta reforma "erosiona el único contrapeso democrático en el sistema de Israel, el único que puede limitar a Gobierno y Parlamento si considera que se exceden", explica a laSexta Noticias David Gómez, analista de 'El Orden Mundial'. "Netanyahu y su coalición ultraderechista, nacionalista, pretenden tener vía libre para actuar y poder ejecutar, por ejemplo, ataques a minorías", añade.
La ley aprobada, de momento, se carga la "doctrina de la razonabilidad", que permite al Tribunal Supremo revocar decisiones gubernamentales que determine no sean razonables. Es decir, asegura la independencia, el control y la vigilancia entre el Poder Judicial y el Ejecutivo. La modificación fue aprobada con 64 votos a favor y ninguno en contra, después de que los 56 diputados de la oposición abandonaran la Knesset (la asamblea nacional, el parlamento) entre gritos de "¡vergüenza!".
"Israel pasaría de democracia liberal a oscura dictadura"
Aunque a corto plazo no cambie gran cosa, amplísimos sectores de la sociedad israelí -desde la clase media a militares e incluso bancos- lo ven como un abuso de poder por Netanyahu, que, recordemos, está siendo juzgado por cargos de corrupción. Como señala a laSexta Haizam Amirah Fernández, del Real Instituto Elcano, "el primer ministro tiene muchos problemas pendientes con la Justicia y está dispuesto a hacer lo que sea para mantenerse en el Gobierno". Con los cambios que pretende se abre la puerta, dicen activistas y expertos, a todo tipo de excesos y corruptelas que quedarían impunes. "Es sólo el primer paso, intentan que Israel pase de una democracia liberal a una oscura dictadura", asegura tajante una de las líderes de las manifestaciones.
¿Cómo se defiende el Gobierno israelí?
Asegurando que solamente busca reforzar la democracia, reequilibrar el poder dándole más al Parlamento. Y argumentando que el Alto Tribunal es una institución elitista, no electa, politizada, escorada a la izquierda, y que le entorpece "con la excusa" de los derechos de las minorías. "Israel tiene que ser una democracia fuerte", aseguraba anoche el primer ministro, que ahora promete buscar consenso para el resto de reformas que vendrán, una vez "matizados" sus ambiciosos -totalitaristas, dicen algunos- planes iniciales (los que presentó en marzo y tuvo que dejar en suspenso por la presión de la calle).
¿Cuáles son los próximos pasos?
El más inmediato, de aquí a noviembre ha puesto de plazo Netanyahu, que el Gobierno gane peso a la hora de nombrar jueces. En eso no está dispuesto a ceder. "El Gobierno busca controlar el nombramiento de los jueces y limitar su capacidad para pronunciarse sobre leyes fundamentales", señala Gómez. El movimiento Kaplan, principal organización tras la convocatoria de las protestas contra la reforma judicial, ha advertido de que seguirán movilizándose "hasta el final".
La presión contra el primer ministro israelí, que salió el lunes por la mañana del hospital tras someterse a una operación para ponerle un marcapasos en el corazón, es cada vez mayor. Además de la sociedad civil, bancos y empresas privadas también se han unido a las protestas contra la reforma judicial. Los dos mayores bancos del país, Leumi y Hapoalim, ha permitido que sus trabajadores se manifestaran sin perder su salario. La crisis ha llegado, incluso, hasta el Ejército, una de las instituciones con más unidad del Estado de Israel. Las caras más visibles de las protestas han amenazado con que más de 10.000 reservistas no volverían a prestar servicio por la aprobación de la 'ley de razonabilidad', algo que podría hacer peligrar misiones militares israelíes, como las habituales redadas en Cisjordania o disminuir su potencial militar frente a enemigos regionales como Irán.
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Así que los choques, coinciden los analistas, pueden ir a peor. Porque estos movimientos del Gobierno israelí, más que una reforma, apuntan a un cambio de régimen.