Las reservas de gas en Europa ya están al 82%, por encima del objetivo que se planteó para noviembre para sobrevivir al invierno. Sin embargo, aún así Europa no puede cubrir la falta de gas ruso.
La carrera por el acopio de energía ha obligado a muchos países como Alemania o Bélgica a reactivar centrales de carbón, o a descartar el cierre próximo de sus nucleares. Acciones que contrastan con la descarbonización planteada para 2050.
Gonzalo Escribano, director del Programa de Energía del Instituto ElCano y profesor de la UNED, ha explicado que prescindir del 40% del gas, que era el procedente de Rusia para la Unión Europea, conlleva un doble reto: "Sustituir todo lo que puedas, no por gas, sino por otras fuentes energéticas".
Europa no puede sustituir el gas que obtenía de Rusia por energías renovables. Mar Asunción, responsable del Programa de Clima y Energía de WWF, asegura que el gran problema es que la transición energética "no se ha hecho a la velocidad que se necesitaba". Por este motivo, muchos países han vuelto a unos combustibles fósiles que parecían extinguidos.
"El carbón es el combustible fósil que primero se estaba eliminando, pero claro, ahora nos hemos dado cuenta de que mucha de esa transición era de carbón a gas, y que ese suministro ahora no está tan claro", ha indicado Eloy Sanz, profesor de la URJC.
Alemania es uno de los países que ha vuelto a combustibles fósiles reabriendo 27 centrales de carbón para sobrevivir al invierno, al igual que Bélgica. Por su parte, Francia se plantea quemar petróleo para obtener energía.
En este sentido, explica Eloy Sanz, es importante "diferenciar entre lo urgente y lo importante": "Lo urgente es pasar este y el siguiente invierno. Lo importante es llevar a cabo una transición energética y dejar de lado los combustibles fósiles. No solo el gas ruso, sino todo el gas", ha indicado.
De ahí que también preocupen las inversiones europeas en los próximos años para la instalación de centrales de regasificación o hipotéticos gasoductos, ya que como indica Mar Asunción, "si invertimos en gas vamos a tener esas infraestructuras para muchos años y vamos a seguir perpetuando esa dependencia que nos hace tan vulnerables".
Además, este situación pone el precio de las renovables al mismo nivel que el del gas: por las nubes. De ahí que Europa se esté planteando también un tope a estas energías y la urgencia de apostar solo por ellas, así como de concienciarnos en la necesidad de ahorrar.
Por eso los expertos apuntan a la necesidad de bajar los termostatos, subirlos en invierno o acortar las duchas como acciones que pueden otorgarnos la seguridad energética y climática.