A pesar de que los medicamentos y la ayuda sanitaria están exentos, en su mayoría, de las sanciones sobre Siria que han impuesto Estados Unidos y la Unión Europea, expertos de la Organización Mundial de la Salud son de la opinión de que incluso la más mínima relajación del flujo de medicinas está suponiendo una durísima traba a las aspiraciones de supervivencia de los niños enfermos de cáncer, atrapados en la guerra en el país árabe.
Los seis años de conflicto han dejado desolada la sanidad del país, donde menos de la mitad de los hospitales funcionan a pleno rendimiento y la esperanza de vida se ha derrumbado en proporción inversa al número de muertes durante el embarazo y el parto. En este escenario, el acceso a medicamentos extranjeros es casi imposible y los efectos se sienten en lugares como el Hospital Infantil de Damasco, donde padres como Naim Der Musa son testigos impotentes del cáncer que aqueja a su hija Waad, de diez años. "Primero se lo detectaron en el hígado, y ahora se ha extendido a sus pulmones", lamenta.
Aunque el conflicto armado es, por supuesto, el motivo principal de la restricción a los anticancerígenos, las sanciones y los efectos económicos indirectos han jugado su triste papel a la hora de convertir a los antaño excelentes servicios médicos sirios en una sombra de lo que fueron. Antes de la guerra, Siria producía el 90% de sus propios medicamentos, pero requería de la importación para obtener las soluciones que requería el tratamiento contra el cáncer, fundamentalmente, quimioterapia, y tanto el desplome de la libra siria como la ausencia de dinero en efectivo, sumados a las sanciones "ha afectado negativamente la obtención de estas medicinas", en palabras de la representante de la OMS en Siria, Elizabeth Hoff.
Las sanciones, a grandes rasgos, impiden el flujo de capital hacia el extranjero de las instituciones sirias e impide el trato directo de compañías internacionales con las autoridades de Damasco en un buen número de casos. En el resto, estas compañías prefieren evitar todo contacto con las autoridades sirias por miedo a incurrir involuntariamente en un castigo. Se trata pues de una situación que cae en una zona gris donde tanto el Departamento de Estado de EEUU como la Unión Europea se han lavado las manos al aseverar, con razón desde un punto de vista técnico, no tanta desde el humanitario, que en ningún momento se ha ordenado el corte de suministros médicos al país árabe.
"Las sanciones de la UE", ha reiterado una portavoz del bloque europeo, "no tienen aplicación ni sobre la población civil ni sobre sectores estratégicos como el de la alimentación o el sanitario". Lo que sí reconoció la portavoz es el temor reinante entre las compañías internacionales a hacer negocios con el Gobierno sirio por muchos más factores al margen de las sanciones: "seguridad, reputación, políticas contra el lavado de dinero, la amenaza de grupos yihadistas y las razones comerciales de toda la vida", ha indicado.
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Las restricciones no solo afectan a los anticancerígenos, sino que se exienden a multitud de medicamentos, desde antibióticos específicos para cuidados intensivos hasta vacunas, pasando por sueros y fluidos intravenosos, según Hoff, mientras la demanda se incrementa exponencialmente año tras año.