Berta Cáceres tenía miedo como todo el mundo pero hay un momento en que te dejan de temblar las piernas y decides seguir, a pesar de las consecuencias. "Ya habían intentado asesinarla varias veces, era solo encontrar el momento", asegura Gustavo Castro, activista y único testigo del asesinato de Berta.
De nada le sirvieron los reconocimientos. Un año antes de su muerte, Berta recibió el premio Goldman, el más importante del mundo para defensores del medio ambiente. "Despertemos, despertemos humanidad, ya no hay tiempo", pronunciaba en su discurso al recoger el galardón.
Un guiño al destino que terminó atrapándola en su propio pueblo, en su propia casa. Una noche de madrugada entraron en su casa y acabaron con ella. Un tiro, suficiente para acabar con 20 años de lucha.
"Uno de los dos sicarios me apunta mientras asesinan a Berta al mismo tiempo. Tenían que ir tan rápido que me dispararon y pensaron que estaba muerto, pero solo me rozó la oreja y me hirió en la mano", cuenta Castro.
Berta está muerta pero ha dejado cuatro hijos, que han aprendido a luchar como ella. Un aniversario de tantos, ya que, según denuncia Amnistía Internacional, 185 activistas medioambientales han muerto asesinados solo en 2015, de los cuales, 122 han ocurrido en Latinoamérica.
"En Honduras es la misma Policía y el Ejército los que asesinan a la gente, entonces, que sean ellos los que tienen que cuidarte… Pues vamos listos", afirma Gustavo Castro.